jueves, febrero 22, 2007

Instrucciones para subir escaleras (mecánicas). Actualizando a Cortazar.

Lo primero que hay que tener en cuenta para subir unas escaleras mecánicas es que, a veces, el suelo liso, de repente, se pliega en escalones que aparecen debajo de tus pies. Para ello hay que confiar ciegamente en la tecnología y posicionarse en el lugar exacto donde esos fenómenos acontecen, mostrandose relajado y procurando no hacer nada. El acto reflejo de intentar subir una escalera tradicional podría resultar contraproducente arriesgando su exoesqueleto a sufrir algun tipo de lesión.
Ud. solo posicione el pie en donde prevea que pueda aparecer el primer escalón que en este caso particular también será el único y no se preocupe por cuestiones vagas como confundir pie con pie ya que, además de carecer de importancia práctica de todos es sabido que en estos tiempos que corren saber cual es un pie y cual es otro pie es un lujo que no todo el mundo puede permitirse.
Por lo demás, la escalera le llevará plácidamente a su destino. Situese preferiblemente en la parte derecha dejando la izquierda para usuarios con mayor prisa o experiencia que ud. en subir escaleras mecánicas. Si ve que la gente le rebasa en demasía por ese lado ponga cara de ser coleccionista de sellos y vaya concentrandose para el momento de mayor dificultad que será cuando la escalera llegue a su término y, de repente, otra vez desaparezca debajo de sus pies. Después de que eso suceda deberá acompasar su salida de ella levantando uno o alguno o cualquiera de sus pies con el gesto universal de hecharse a andar y, aunque esta habilidad se le presupone, también puede resultarle de gran utilidad consultar el excelso manual de Instrucciones para caminar por el suelo y superficies con ligeras rampas.

viernes, febrero 16, 2007

He cometido muchos errores en la vida. Muchos.
No me arrepiento. Y volvería a cometerlos todos, uno por uno, eccepto este. Eccepto estar aquí contandote que los cometí.

martes, febrero 13, 2007

Oración matutina para la soledad.

Autoinvoco a mi corazón pedestre de hormigón armado contra el día de hoy. Que haga que no me enamore de la primera que pase meneando sus caderas por el efecto pendular sinérgico del vacío que habita en su cabeza. De la gravedad cero, encefalograma llanura herma, efecto hinvernadero de su antimateria gris. Bonitas cáscaras, pero huecas. Todo carcasa sin tic-tac. La nada absoluta enfundandose un traje de piel que -no hay que olvidar- se arruga con los años y las sonrisas.
A la piedra pomez que benero como símbolo máximo del amor pido que mis sentimientos, en caso de poseerlos, no afecten a mi felicidad. Que sea feliz porqué el cielo es azul, porqué el canto de los pájaros se confunde con las risas de los niños y el Sol brilla en el cielo y hace florecer las flores en Primavera y se ponga de moda llevar sombreros de colores y baja el precio del barril de Brent.
No porqué tu, o yo. O sienta una nostalgia lejana o encuentre el amor verdadero.
Apelo a mi caja torácica de aleación de titaneo, oscura caja negra indestructible a las catastrofes, coraza de heroe crepuscular protección antibalas las 24 horas del día para que me resguarde, aunque sea solo por el día de hoy, de arritmias ventriculares, de latidos inconexos al buen funcionamiento cardiovascular, de las sístoles por guiños de ojos, de las diástoles por sonrisa ajena, del pum-pum de un encuentro casual urdido por el destino.
Que haga el dios de las piedras y las crostas que no me enamore hoy.
A un amigo de un amigo que es amigo del amigo de un amigo del sastre del barbero del dentista del foniatra del tio del padre del sobrino del cuñao del primo hermano segundo de un señor que pasaba por allí le parece que le están saliendo almorranas.

domingo, febrero 04, 2007

Prospecto para una cita a ciegas.

Procure no llevar flores por si ella fuera alérgica al polen, a eccepción, claro está, de la inevitable flor en la solapa. En todo caso, es preferible que esta sea de plástico porqué, a parte de evitar sintomatología con posibles alergias, también evitará que, en el caso de que la espera se alargue ostensiblemente, la flor pueda marchitarse en su solapa.
Y, sin embargo, la mejor opción entre las tres posibles para llegar a una cita ciegas es hacerlo antes. La puntualidad exacta no conviene por meticulosa y antinatural, llegar tarde es arriesgarse a no saber nunca si la otra persona se presentó, llegar antes asegura controlar lo sucedido, también el tiempo y la ubicuidad espacial, o, dicho de otra forma un tanto más ostentosa: el continuum espacio temporal.
Así, lo primero que ha de hacer al llegar a la cita a ciegas, que se supone se puede desarrollar en un lugar público tal que un café o un bar, es elegir una mesa en el fondo de la sala pero que ofrezca un recorrido directo desde la entrada. Hállela asiendo los respaldos de las sillas o guiandose con su pie haciendo tope en las patas de las mismas hasta llegar al fondo. Entonces, palpe la pared y sientese -no sin antes cercionarse que lo hace en una silla vacía- de espaldas a la propia pared y de cara a la puerta de entrada, que, en caso de duda normalmente será el lugar por donde entra la corriente de aire y en el que se oye abrir y cerrar la puerta además del posible tilín de unas campanitas admonitorias.
Llegados a este punto, levante un brazo como si quisiera parar un taxi en un día de lluvia y espere con el brazo levantado a oir una voz que se diriga a usted en terminos de ¿que desea? o multitud de sinónimos varios. Encargue un café o le que le apetezca y, luego, muy educadamente, pidale al camarero que haga el favor de dirigirla hacia aquí si aparece una mujer en la puerta con un pañuelo verde anudado en la garganta y los ojos cerrados.

jueves, febrero 01, 2007

Tinnitus.

Oyes. Soy tu zumbido en el odido.
No se lo cuentes a tu médico de cabecera o, con el vademécum en la mano y la ignorancia de la ciencia por bandera, te podría diagnosticar Tinnitus. Y quedarse tan pancho y llegar a casa por la noche, besar a sus hijos, preguntarle a su esposa que hay de cenar, enfundarse sus pantunflas y quedarse dormido en el sofá.
Pero si pega su frio fonendoscopio a tu sien podría llegar a oír una voz lejana que le susurre que no, que todo es mentira, una farsa, que se puede dar por muerto.
Pero no. Tinnitus (amparandose otra vez en el miedo y la farmacopea).
Más triste aun el religioso que achacaría sin dudarlo tus ruiditos internos al castigo divino por escuchar con la oreja pegada en la pared como fornican tus vecinos o por urgarte la oreja con fines lascivos, amén de lividinosos.
No más allá de lo que la sabiduría atribuye como causa de ese pitido al hecho de que alguien esté hablando de ti. O, ya puestos, incluso podría ser que se tratara de una interferencia en el microchip que los extraterrestres han implantado en tu cerebro. Aunque quizá el zumbido no esté dentro de tu cabeza, tal vez proviene de esas misteriosas cajas de empalme de la electricidad que hay en las paredes o eres capaz de oir esos silbatos que solo oyen los perros.
Pero no. Y solo te daré una pista:
El mar escucha dentro de nuestras orejas el sonido de las caracolas.