sábado, abril 29, 2006

Caprichosa memoria selectiva.

No se porqué azaroso capricho de la memoria me se la letra esúpida de esa canción de hace tantos veranos y, en cambio, nunca me acuerdo del código postal. Así como también me acuerdo perfectamente del sueter que llevabas aquella ya lejana tarde de nuestro primer beso y, sin embargo, no puedo recordar lo que comí anteayer. Y recuerdo al pie de la letra el dialogo que se desencadenó al ver por la tele lo de los atentados y luego, otra vez, ante el umbral de la puerta de mi habitación me encuentro parado sin saber lo que he venido a buscar. Incluso, aun puedo recordar mi primer día de guardería y como me quedé sentado llorando debajo de una mesa, pero, en el anverso de esta moneda de dos caras entre la memoria y el olvido, soy incapaz de recordar donde he dejado las llaves. Y, sí, recuerdo con diáfana claridad que esa carta la iba a esconder en un sitio donde nadie la podría encontrar y que solo sabría yo y, ya lo ves, ahora no recuerdo que sitio era. Porqué recuerdo todos los nombres de la alineación del equipo campeón de hace varias temporadas, pero me encuentro algun conocido por la calle y no puedo acordarme de su nombre. Así que se que aunque recuerde el olor de las flores del patio de la casa donde crecí eso no significa que tenga que acordarme de desenchufar la plancha y cerrar el gas.
O sea, que me acuerdo de recordarte de a ratos y, otras veces, se me olvida que no te puedo olvidar. Pero aun recuerdo que quisiera olvidarte, que querría no acordarme de haberte olvidado, que no se me olvidara jamás no volverte a recordar y, sobretodo, no acordarme de...de...ups...ahora, se me olvido el final.

miércoles, abril 26, 2006

Si hiciera las listas de la gente que amo y la que odio...

Que odio:
- Van Gaal
- Zaplana
- Bustamante
- Raquel Abad
- Pilar Rahola
- a ti


Que amo:
- Ronaldinho
- Zapatero
- House
- Carmen Alcaide
- Mikimoto
- Hommer Simpson
- a ti

si hiciera las listas de la gente que amo y la que odio...tu estarías en las dos.

lunes, abril 24, 2006

Eduardo Galeano. El libro de los abrazos (fragmentos)

" Un hombre del pueblo de Neguá, en la costa de Colombia, pudo subir al cielo. A la vuelta, contó. Dijo que había contemplado, desde allá arriba, la vida humana. Y dijo que somos un mar de fueguitos.- El mundo es eso - reveló-. un montón de gente, un mar de fueguitos. Cada persona brilla con la luz propia entre todas las demás. No hay dos fuegos iguales. Hay gente de fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos los colores. Hay gente de fuego sereno, que ni se entera del viento, y gente de fuego loco, que llena el aire de chispas; algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman, pero otros arden la vida con tantas ganas que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca se enciende.
(...)
Sueñan las pulgas con comprarse un perro y sueñan los nadies con salir de pobres, que algún mágico día llueva de pronto la buena suerte, que llueva a cántaros la buena suerte; pero la buena suerte no llueve ayer, ni hoy, ni mañana, ni nunca, ni en lloviznita cae del cielo la buena suerte, por mucho que los nadies la llamen y aunque les pique la mano izquierda, o se levanten con el pie derecho, o empiecen el año cambiando de escoba.
Los nadies: los hijos de nadie, los dueños de nada.
Los nadies: los ningunos, los ninguneados, corriendo la liebre, muriendo la vida, jodidos, rejodidos:
Que no son, aunque sean.
Que no hablan idiomas, sino dialectos.
Que no profesan religiones, sino supersticiones.
Que no hacen arte, sino artesanía.
Que no practican cultura, sino folklore.
Que no son seres humanos, sino recursos humanos.
Que no tienen cara, sino brazos.
Que no tienen nombre, sino número.
Que no figuran en la historia universal, sino en la crónica roja de la prensa local.
Los nadies, que cuestan menos que la bala que los mata.
(...)
No nos da risa el amor cuando llega a lo más hondo de su viaje, a lo más alto de su vuelo: en lo más hondo, en lo más alto, nos arranca gemidos y quejidos, voces del dolor, aunque sea jubiloso dolor, lo que pensándolo bien nada tiene de raro, porque nacer es una alegría que duele. Pequeña Muerte, llaman en Francia a la culminación del abrazo, que rompiéndonos nos junta y perdiéndonos nos encuentra y acabándonos nos empieza. Pequeña Muerte, la llaman; pero grande, muy grande ha de ser, si matándonos nos nace. "

sábado, abril 22, 2006

Hágase la luz en tu mirada.

Si estuvieras a mi lado te contaría como la bombilla que dejo encendida por la noche ¿Por miedo a la oscuridad? ¿Por si viene Papá Noel que no tropiece? al amanecer, a plena luz del día, se queda marchitandose en un rincón calladita la boca.
También me gustaría explicarte, entomólogo acerrimo, porque los bichitos voladores van hacía esas luces nocturnas que serán su silla eléctrica, su horno crematorio, en fin, su muerte segura por electro-quemazón. Que lo hacen porque las confunden con la Luna y que, posiblemente, si tuviera alasa mi también me pasaría, atrapado por ese influjo, golpeandome en cada farola, dándome un coscorrón contra algún crater lunar si consiguiera ir más allá.
Porqué estoy convencido de que si te tuviera delante se me pondría la mirada del gato que está a punto de ser atropellado de noche en la carretera. Absorto ante el resplandor de la luz hipnotizante de unos faros, ojos fotoluminiscentes que no pestañean, paralizado ante una muerte perturbadora por cruce de miradas.
Pero adicto a ti como barco en noche de tormenta necesitado de faro, como Rey Mago de Oriente siguiendo su estrella en Navidad, como pez atrapado con la técnica de la encandilada.
Capaz de mirar fijamente la luz del día entrar por la ventana hasta irritar mis ojos. Luego, cerrarlos y poder asomarme al retal del negativo que queda encallado en mi retina. Por el que entran cantos de pájaro y brisa marina.
Adicto a la luz en todos sus formatos quisiera vivir en un castillo de fuegos artificiales, emborracharme con las luces de neón, llevar luces de galibo en el sombrero hasta convertir el planeta en una gran bola de discoteca que brilla y gira en medio de la galaxia, enamorarme de un culito de luciérnaga y meterle mano con la mirada. Decir siempre luces, camara y acción antes de besarnos o activar las luces de emérgencia si te vas, escribirte mensajes secretos que solo son visibles a la luz ultraviolada, atrapar estrellas fugaces con cazamariposas, ser azul como la luz de un mechero, parpadear al compás del fosforescente de la cocina, ser eterno como la llama de la vela que nunca se apaga de un pastel de cumpleaños.
Morir, repentinamente de un ataque fulminante, entre espasmos de un dolor horrible y, a la vez, placentero, sabedor de que mueres por lo que más amas, al leer el recibo de la factura de la luz.

viernes, abril 21, 2006

Vestido sin prisa pero sin pausa.

A mi la cafeína me relaja, las mujeres me entristecen, la salud y el bienestar me enferman, la via lactea me produce claustrofobia, el oxigeno me asfixia, el trabajo me envilece, las horas vacías me llenan, el despertador jamás consiguió hacerme dejar de soñar. A mi los chistes me hacen llorar, los años bisiestos me comprimen, las madalenas me gustan duras y las galletas blandas, a mi me engrandece y vanagloria el anonimato, me dan vertigo las aceras, me rehuye el destino en cada chicán.
A mi las aspirinas me duelen y los aviones no me hacen volar, los altares me rebajan, el fín del mundo no me llega nunca, la muerte me da vida y, por consiguiente, la vida me mata. A mi los ojos no me dejan ver, la purpurina no consigue hacerme brillar, a mi el presente se me antoja inasible, a mi el alcohol no me deja olvidar, a mi los ácaros me empequeñecen el ego, a mi las multitudes me hacen sentir solo, a mi los segundos me resultan eternos, a mi las cebollas no logran hacerme llorar, a mi la gravedad siempre me pilla cabeza abajo.
Y es por todo esto y no por otra cosa que, a pesar de que la etiqueta y las costuras están por fuera, la camiseta que llevo está del derecho. Porque es el mundo el que está al revés.

domingo, abril 16, 2006

Enseres de la existencia.

Entre mis más íntimas posesiones: el universo. Al que, declaro de mi propiedad a fecha de hoy y a efectos retrógrados y anterógrados. También delimito al mismo desde entre la punta de mis dedos hasta los límites insondables del universo o hasta infinito en caso de tratarse de un universo infinito. Por lo tanto, paso a ser el flamante poseedor de un universo propio con todos sus complementos adjuntos como estrellas, mares, agujeros negros...Pero también, atardeceres, agujeros de aguja de coser, escalofríos.
Incapaz de abastarlo en su totalidad, aun y a pesar de intentarlo en cada instante, lo lego en usufructo a todo aquel que lo pueda necesitar. Dando ordenes precisas de dejarlo en herencia a las generaciones venideras con el único requisito de que lo sepan disfrutar. Es amorosito, biodegradable, solvente, fiel y sabe ir a hacer pis él solito.
Me reservo la patria potestad de sus errores de calculo, otrora llamados azar, y el derecho, hay quien diría más bien el deber, de destruirlo en caso de necesidad.

miércoles, abril 12, 2006

uoooohh....uoooohh....uoooohh....uuuaaaahhh...

El extintor que hay colgado en la pared y tu rivalizais como centro de mi atención. Y, si bien es cierto que el artilugio en cuestión lleva varios meses ahí quieto sin hacer nada, también hay que tener en cuenta que este parece poseer un cierto talento para la espontaneidad y la improvisación del que tu careces totalmente.

ooouuuuaaaahh....uuuaaaaooohhh...uuuuooo00OOooOO00ooooohhh....uoooohh....oouuuhhggff...uuuuooooohhh....

viernes, abril 07, 2006

Grafomanía dixit.

A él le hubiera gustado escribir directamente sobre su piel palabras guarras. Pero resultó que eso era ya una pequeña perversión sexual existente. Quería ir más allá, tatuarla toda hasta convertir la aguja hipodérmica en la más exquisita pluma, marcar esa obra de arte con su firma en el tobillo. No permitir que ninguna palabra pudiera ser borrada con jabón.
O, tal vez, sin tantas pretensiones, escribir nuestra historia en la frente del más sabio de los calvos (o, en su defecto, del más calvo de los sabios) empezando por encima de las cejas, subir por esa amplísima frente cruzando toda la cocorota hasta terminar en el redondel de la coronilla. Quemarle el peluquín.
Ojalá, que todo lo que te digo te llegara con tanta fuerza como si estuviera escrito en la carcasa de un misil que te cae des del cielo. Sin que dispongas ahora de esos dos segundos de decalaje para captar la ironía, con tan solo apenas un nanosegundo antes de la gran explosión.
Quizá complicarlo aun más y escribirte cartas de amor con el pie izquierdo, a oscuras, con tinta invisible, mientras salto a la comba.
Debería ser capaz de arrasar una selva entera para fabricar el papel de una carta de amor. Verter la carga de un petrolero sobre las más virgenes playas para recoger la tinta necesaria. Extinguir una especie de aves para arrancar una pluma y escribirte con ella el más bello poema de pajaritos piolando en un arbol al lado de la playa.
Luego, hacer explotar el universo (a poder ser sin ensuciar) con el único fin de que no la puedas leer.