domingo, septiembre 02, 2012

La ciudad infinitesimal.

La ciudad era infinita y ellos estaban perdidos infinitesimalmente en ella. Los espacios intermedios que los separaban demoraban sus destinos y la ínfima posibilidad de cruzar sus vidas era estadísticamente irrelevante.
El laberinto estaba compuesto de infinitas calles que se bifurcaban en infinitas esquinas que contenían infinitos desencuentros. Casi todos los números de las puertas de las casas eran impares y la soledad rondaba las aceras acechando en cada portal. Deambulaba el olvido por el abismo de los bordillos y nadie conocía a nadie que conociera a alguien que te conociera a ti.
Las pisadas resonaban huecas en medio de la noche, las persianas dormitaban opacas a su paso. Había una multitud de carteros extraviados que no llegaban jamás a entregar una carta de amor. La muerte pasaba en ambulancias fluorescentes dejando a su paso tras de sí sirenas del apocalipsi que detenían por un instante el pensamiento de los transeúntes en un memento mori. Y después todo volvía a continuar como si nada.
También había un imperio de miradas cruzadas de peatones que al pasar escudriñaban mutuamente sus rostros observándose furtivamente para luego seguir cada uno su camino sin volver a encontrarse jamás.
Quizás una vez miraste a esa persona y ella te miró a ti. Y luego seguisteis cada uno por su lado sin saber que de algún modo estabais predestinados el uno para el otro.
Pero en medio de la ciudad infinita los destinos se amparan en la nada y los sueños tienden a acercarse a cero y hay personas que vagan perdidas en medio del indescifrable callejero sin llegar a encontrarse jamás.

jueves, junio 21, 2012


Bajo el indómito manto de estrellas del cielo nocturno.
Cuando la conoció pensó que la posibilidad de que ella lo quisiera era comparable a que le tocara el primer premio de la lotería un millón de veces seguidas. O sea, que había una posibilidad.
Más tarde, cuando en aquella fiesta de amigos comunes se pusieron a charlar y resultó que su película favorita era la misma y que estaban leyendo el mismo libro por las noches y el apellido de ella coincidía con el nombre de la calle en la que él vivió en su infancia, entonces, estaba completamente seguro de que en un futuro se casaría con ella con una probabilidad del 99,9% periodo. Con lo que lo seguramente eso no sucedería jamás.
Fue entonces cuando una tarde en que se encontraron en la sección de congelados del supermercado él la invitó a cenar esa noche y después de la cena salieron del restaurante y fueron a pasear por el parque bajo el manto indómito de estrellas del cielo nocturno. Y así entre risas y comentarios banales él le dijo que la amaba e intentó besarla y ella le correspondió. O, quizás, ella apartó sus labios en el último instante mostrándose arisca y distante para que él comprendiera que la había malinterpretado y que, en realidad, ni tan siquiera salieron a pasear por el parque esa noche bajo el manto de indómitas estrellas del cielo nocturno después de la cena en el restaurante o, tal vez, ni siquiera ella hubo aceptado que la invitara a cenar esa noche cuando se encontraron en la sección de congelados del supermercado porqué incluso jamás llegaron a encontrarse ese día en aquel lugar.
O, quizás, si que se encontraron y él la invitó a cenar y ella aceptó y cenaron juntos ese día y luego salieron a pasear bajo el manto de indómitas estrellas del cielo nocturno y él le dijo que la quería y la intentó besar y ella le correspondió. Por lo que volvieron a quedar otro día y se fueron gustando y siguieron besándose e hicieron el amor y a las pocas semanas ya eran una pareja estable y al cabo de unos meses decidieron casarse y tuvieron varios hijos y dos perros y una hipoteca y viajaron a París y también a Roma y envejecieron juntos y se quisieron mucho y fueron felices y en el entierro de ella él lloró desconsoladamente y siguió amando su recuerdo hasta el final de sus propios días.
O, tal vez, no siguió amando su recuerdo, ni lloró desconsoladamente en su entierro, ni tuvieron varios hijos, ni viajaron a Roma, ni tuvieron dos perros, porqué jamás pasearon juntos bajo el manto de indómitas estrellas del cielo nocturno, ni la intentó besar, ni la invitó a cenar esa noche, ni llegaron a encontrarse jamás ese día en la sección de congelados del supermercado, ni viajaron a París.
Ahora, o sea, antes de que sucediera o no sucediera todo esto, él piensa que quizás compartan una vida juntos o no. Y a la vez recuerda su futuro conjunto e imagina desde este un pasado común. Y la probabilidad de que esto suceda fluctúa dependiendo de parámetros como que ella le roce la mano cuando se encuentran en alguna charla de amigos comunes o que en cambio decida irse de algún sitio a los diez minutos de que aparezca él. Cualquier detalle mínimo puede ser interpretado como un designio advenedizo de un destino común o una señal adversa de un lúgubre porvenir en el que cada uno irá por su lado.
Pero en medio de la noche bajo el manto de indómitas estrellas del cielo nocturno él cree oír a lo lejos música de violines sonando en alguna calle de París.

lunes, mayo 28, 2012

El hombre del futuro.

El cosmonauta ruso Vasily Moscov permaneció durante 843 días en el espacio. Al volver al planeta, según las leyes de la relatividad, para él habían transcurrido cinco segundos menos que para el resto de las personas que permanecieron sobre la faz de la tierra durante ese periodo.
Los psicólogos de la empresa espacial pronto pudieron determinar que ese fenómeno dejó efectos secundarios en la personalidad de Vasily. Llegando a la conclusión de que el hecho de haber viajado cinco segundos hacia el futuro provocó en el astronauta ruso un síndrome desincrónico que lo llevaba a creer que vivía permanentemente en un futuro cercano a tan solo cinco segundos del habitual.
De este modo Vasily te contestaba antes de que le hubieras acabado de formular una pregunta, entraba en los sitios antes de que le abrieran la puerta golpeándose así contra la misma, miraba las cosas en movimiento al lugar hacia donde estas se dirigían y no en el lugar que estaban. También reía los chistes antes de que sus colegas acabaran de explicarlos y una vez al ser víctima de un atentado por un fanático envidiosa que se había apostado con un rifle en un tejado se agazapó súbitamente esquivando el disparo segundos antes de que se oyera el estruendo de la bala.
Vasily sentía una gran confusión y andaba sumido en una gran torpeza social que muchos atribuían al hecho de que hubiera pasado tanto tiempo solo en el espacio. Pocos eran los que creían a Vasily cuando aseguraba estar viviendo cinco segundos en el futuro respecto al presente de los demás.
Así su mujer lo dejó porqué parecía como si nada de lo que ella hiciera o dijera pudiera sorprender ya a su marido que siempre se anticipaba en un instante a sus comentarios, a sus besos de improvisto, a sus enfados y arrebatos repentinos de tal modo que cuando ella estando juntos en el sofá mirando la tele en silencio intento por última vez sorprender a su marido diciéndole de sopetón que lo dejaba, un instante antes él se levantó, dijo de acuerdo, adiós y se encerró en la habitación sin que ella pudiera prorrumpir palabra.
Con el tiempo Vasily aprendió a atenuar sus reacciones y consiguió demorar sus respuestas y acciones cinco segundos hasta adecuarlas al tiempo en que estas eran esperadas por los demás.
En ese decalaje autoimpuesto Vasily se aburría y maldecía que la otra gente viviera en un tiempo retrospectivo que había sucedido ya aunque todo el mundo estuviera esperando que sucediera aun.
Los psicólogos que lo trataban, sin embargo, estaban muy satisfechos porqué parecía que los efectos secundarios por el hecho de haber estado tanto tiempo viviendo en el espacio parecían remitir.
Vasily había conseguido adaptar así su comportamiento para sincronizarlo a esos cinco segundos después en que transcurría el mundo a su alrededor. Y no te contestaba hasta que hubiera pasado ese intervalo de tiempo desde que hubieras terminado de preguntar. También, y por supuesto esto fue una de las primeras cosas que aprendió, no entraba en los sitios hasta al menos cinco segundos después de que le hubieran abierto la puerta. Cuando le contaban algo chistoso se aguantaba la risa y luego reía las bromas, aunque ya sin ganas, en el momento justo en que se esperaba que hicieran gracia. Ahora miraba las cosas que se movían no hacia donde estas se dirigían sino ahí donde habían estado hace un momento que es donde la gente percibía como el lugar donde justamente estaban.
Asimismo, dejaba que su nueva novia Irina le contara cosas sin que él la interrumpiera y hacía ver que estas le interesaban y le sorprendían en el preciso instante en que lo tenían que hacer. Alguna vez, aunque pocas, se desconcentraba en la demora voluntaria de sus reacciones. Como cuando le dijo a Irina "Sí quiero" justo un instante antes de que ella le preguntara si quería que se casaran.
Y así Vasily vivió su vida fingiendo existir en un tiempo que no le pertenecía. Vivió con paciencia y resignación el hecho contradictorio de tener que postergar sus acciones hacia el pasado siendo que el percibía los sucesos futuros de los demás con antelación. Vivió una larga vida vagamente feliz y en el último instante de su vida pudo alcanzar a decir "muerto soy" cinco segundos antes de que la muerte le alcanzara de verdad.

jueves, mayo 10, 2012

El tiempo pasa disoluto en la termodinámica de un café.

Vuelve a provar el café y ahora lo encuentra demasiado frio. Un hombre abandona la plaza y las palomas alzan el vuelo y revolotean a su paso. El camarero le trae el café. Pide un café. Mira otra vez la hora: son las cinco y cinco y ella ya no llegará. Se sienta en la primera mesa de la izquierda. Rasga el azucarito. Aletea el azucarito. Mira de nuevo la hora: son las cuatro y cuarenta y ella todavía no ha llegado. Coge la cucharita y remueve el café. Vierte el azucarito dentro de la taza de café. Mira a su alrededor la plaza casi vacía donde tan solo las palomas deambulan mansas por el centro de la misma. Llega el camarero y le pregunta que quiere tomar. Él dice gracias. Mira la hora: son las cuatro y veinte de la tarde y ella aun no llega. Se dirige a una cafetería que hay ahí en una esquina. Paga y se va. El camarero trae la cuenta. Prueva un sorbo y se quema la punta de la lengua. Empieza a impacientarse. Deja la taza sobre el platito para que se enfrie un poco. Mira la hora y aun es pronto. Pide la cuenta. La atraviesa y las palomas alzan el vuelo y revolotean a su paso. Un hombre llega a la plaza.

martes, mayo 08, 2012

Un universo en una cáscara de nuez.

Al romper esa cáscara de nuez encontró dentro un universo.
Al principio la sorpresa y la maravilla fueron considerables, pero al cabo de un instante -no sabe muy bien porqué- pensó que tal vez ese era uno de los lugares más adecuados en los que pudiera albergarse un universo.
A pesar de eso cabe destacar que las anteriores veces en que había estado cascando nueces, tanto esa misma tarde como en otras ocasiones a lo largo de su vida, jamás había encontrado hasta entonces dentro de la cáscara de una nuez escondido ningún universo. Por lo general solía hallar el esperado fruto seco que consumía con devoción, aunque sí que es cierto que alguna vez encontró la nuez pasada o rancia y no menos de cuatro veces encontró que dentro del cascarón no había nada. Pero de eso a que ahí se contuviera un universo con sus galaxias , planetas y demás espacio cósmico la diferencia era ostensible y, a pesar de esto, lo aceptó con la cotidianidad de lo extraordinario. Como el trébol de cuatro hojas o la tostada que cae al suelo finalmente por el lado contrario al de la mantequilla.
De este mismo modo, tantas veces al abrir una nuez, ya fuera golpeándola con algún objeto contundente, estrujándola con fuerza entre las palmas de las propias manos, mordiéndola entre los dientes con el peligro subyacente de fisurar algún premolar o a través del uso más civilizado de un cascanueces -fuera del modo que fuera- nunca jamás hasta entonces al resquebrajarse la cáscara, entre destellos de cuasars y el fulgor de las supernovas, había aparecido emitiendo pequeños haces luminiscentes a través de los intersticios abiertos entre las grietas del armazón roto de la nuez ninguna cosa que pudiera semejar un universo.
Y, en cambio, ahora la fluorescente apoteosis de un reluciente mundo diminuto se abre paso entre las costras y los reductos de añicos esparcidos sobre el mantel de la mesa infiriendo con su presencia la posibilidad recóndita, pero ahora admisible, que dentro de las cáscaras de algunos frutos secos se escondan magníficos y resplandecientes universos.

lunes, abril 16, 2012

Muriéndonos de a poco.

Voy a morir, lo se ¿tu lo sabes? Que un día las cuencas de tus ojos albergarán gusanos dándose el festín del manjar de tus pupilas, que quizás morarás debajo de la tierra dentro de un ataúd de madera, quien sabe, si tu muerte será plácida en la cama o violenta por accidente de tráfico o bomba nuclear, da igual, lo único seguro es que has de estar muerto algún día, tal vez muy pronto o quizá dentro de mucho tiempo pero en cualquier caso cada vez más cerca a cada segundo que pasa, que importa, si la muerte y tu seréis una única cosa hierática e inexistente que apena a los seres queridos y a ti ni te afecta porqué ni te das cuenta de que estás muerto, de que has muerto, que más da, si ni tan siquiera ya no sientes nada si es que algún día llegaste a sentir alguna cosa, parece, que ni padeces ni te alegras y tampoco eres capaz de pensar porqué tu cerebro ya no va y ya no eres nada, que importa, ni tan solo ese vacío que se expande a través de todo aquello que no alberga vida alguna y a lo que un día miraste con prepotencia y desdén creyéndote mejor por poder respirar, sentir, pensar, saber distinguir entre lo que es y no es que ahora te vence para volverte átomos que componen un ser muerto en esa apoteosis de la nada en que te has convertido, a no ser que siempre hubieras sido eso y nada haya cambiado aun, ni haya de cambiar jamás, ya ves.

martes, abril 10, 2012


Indicaciones.

- Siga todo recto durante dos manzanas, tuerza entonces hacia la derecha en la siguiente bocacalle, camine por esa acera hasta encontrar un edificio color rosa que hace chanflán, rodeelo y siga caminando hasta toparse con la calle mayor, resígala durante un trecho y ,finalmente, encontrará un semáforo en ambar, fíjese en la mujer que cruza por el paso cebra, mírela fijamente a los ojos y justo ahí, en el agujero negro de sus pupilas, puede hallar la entrada al infierno. Entre.

- Oiga, yo le he preguntado por la farmacia más cercana.

miércoles, abril 04, 2012

Donde habitan los muertos.

Los muertos están en sus múltiples dimensiones paralelas recorriendo sus vidas. No pueden oirte, ni tu a ellos. No se puede entrar en contacto de ningún modo y tan solo podeis sospecharos mutuamente.
Pero si conoces, porqué lo has vivido tu también, con precisión un instante de la vida de alguien y lo evocas a través del recuerdo estarás participando de alguna forma en ese momento que está sucediendo ahora mismo en algún inhóspito timpo. Cuando los muertos estaban vivos y decían sus frases y llevaban a cabo sus gestos como si fuera imposible que se fueran a morir jamás. Y tu también eras otra persona y estabas ahí en medio de las escenas cotidianas recorriendo el surco de tu existencia sin sospechar -aunque pudieras sospecharlo- que un día estarías aquí rememorandote y sabiendo una vez más que en alguna recondita región del multiverso -donde habitan los muertos- estás ahí ahora mismo escribiendo esto. O leyéndolo.

miércoles, marzo 21, 2012

La crema antiarrugas.

Ha empezado a usar una crema antiarrugas tan fuerte que a los pocos segundos reduce las marcas y lineas de expresión, al minuto tu piel recupera la tersura y la suavidad de la juventud, al cabo de cinco minutos se renueva tu vigor, tus ansias de vivir y tus sueños de adolescensia. Cuando ya pasa un cuarto de hora desde su aplicación te sientes rejuvenecido como un niño y al llegar a la hora gateas por el suelo, te defecas encima y hablas con gorgoteos.
Antes de que se acabe el día tan solo serás un espermatozoide.

martes, marzo 13, 2012

La dirección de la mirada.

En vagamente Ilion, acaso en campiñas toscanas al término de güelfos y gibelinos y por qué no en tierras de daneses o en esa región de Brabante mojada por tantas sangres: escenario móvil como la luz que corre sobre la batalla entre dos nubes negras, desnudando y cubriendo regimientos y retaguardias, encuentros cara a cara con puñales o alabardas, visión anamórfica sólo dada al que acepte el delirio y busque en el perfil de la jornada su ángulo más agudo, su coágulo entre humos y desbandes y oriflamas.

Una batalla, entonces, el derroche usual que rebasa sentidos y venideras crónicas. ¿Cuántos vieron al héroe en su hora más alta, rodeado de enemigos carmesíes? Máquina eficaz del aedo o del bardo: lentamente, elegir y narrar. También el que escucha o el que lee: sólo intentando la desmultiplicación del vértigo. Entonces acaso sí, como el que desgaja de la multitud ese rostro que cifrará su vida, la opción de Charlotte Corday ante el cuerpo desnudo de Marat, un pecho, un vientre, una garganta. Así ahora desde hogueras y contraórdenes, en el torbellino de gonfalones huyentes o de infantes aqueos concentrando el avance contra el fondo obseesionante de las murallas aún invictas: el ojo ruleta clavando la bola en la cifra que hundirá treinta y cinco esperanzas en la nada para exaltar una suerte roja o negra.

Inscrito en un escenario instantáneo, el héroe en cámara lenta retira la espada de un cuerpo todavía sostenido por el aire, mirándolo desdeñoso en su descenso ensangrentado. Cubriéndose frente a los que lo embisten, el escudo les tira a la cara una metralla de luz donde la vibración de la mano hace temblar las imágenes del bronce. Lo atacarán, es seguro, pero no podrán dejar de ver lo que él les muestra en un desafío último. Deslumbrados (el escudo, espejo ustorio, los abrasa en una hoguera de imágenes exasperadas por el reflejo del crepúsculo y los incendios) apenas si alcanzan a separar los relieves del bronce y los efímeros fantasmas de la batalla.

En la masa dorada buscó representarse el propio herrero, en su fragua, batiendo el metal y complaciéndose en el juego concéntrico de forjar un escudo que alza su combado párpado para mostrar entre tantas figuras (lo está mostrando ahora a quienes mueren o matan en la absurda contradicción de la batalla) el cuerpo desnudo del héroe en un claro de selva, abrazando a una mujer que le hunde la mano en el pelo como quien acaricia o rechaza. Yuxtapuestos los cuerpos en la brega que la escena envuelve con una lenta respiración de frondas (un ciervo entre dos árboles, un pájaro temblando sobre las cabezas) las líneas de fuerza parecerían concentrarse en el espejo que guarda la otra mano de la mujer y en el que sus ojos, acaso no queriendo ver a quien así la desflora entre fresnos y heléchos, van a buscar desesperados la imagen que un ligero movimiento orienta y precisa.

Arrodillado junto a un manantial, el adolescente se ha quitado el casco y sus rizos sombríos le caen sobre los hombros. Ya ha bebido y tiene los labios húmedos, gotas de un bozo de agua; la lanza yace al lado, descansando de una larga marcha. Nuevo Narciso, el adolescente se mira en la temblorosa claridad a sus pies pero se diría que sólo alcanza a ver su memoria enamorada, la inalcanzable imagen de una mujer perdida en remota contemplación.

Es otra vez ella, no ya su cuerpo de leche entrelazado con el que la abre y la penetra, sino grácilmente expuesto a la luz de un ventanal de anochecer, vuelto casi de perfil hacia una pintura de caballete que el último sol lame con naranja y ámbar. Se diría que sus ojos sólo alcanza a ver el primer plano de esa pintura en la que el artista se representó a sí mismo, secreto y desapegado. Ni él ni ella miran hacia el fondo del paisaje donde juntoa una fuente se entrevén cuerpos tendidos, el héroe muerto en la batalla bajo el escudo que su mano empuña en un último reto, y el adolescente que una flecha en el espacio parece designar multiplicando al infinito la perspectiva que se resuelve en lo lejano por una confusión de hombres en retirada y de estandartes rotos.

El escudo ya no refleja el sol; su lámina apagada, que no se diría de bronce, contiene la imagen del herrero que termina la descripción de una batalla, parece signarla en su punto más intenso con la figura del heroe rodeado de enemigos, pasando la espada por el pecho del más próximo y alzando para defenderse su escudo ensangrentado en el que poco se alcanza a ver entre el fuego y la cólera y el vértigo, a menos que esa imagen desnuda sea la de la mujer, que su cuerpo sea el que se rinde sin esfuerzo a la lenta caricia del adolescente que ha posado su lanza al borde de un manantial.

Julio Cortázar.

domingo, marzo 11, 2012

Indecibilidad a la hora de chutar un penalti.

En medio del furor del estadio el jugador que va a chutar mira fijamente a los ojos del portero para intentar escrutar su intención. Este le devuelve en un instante una mirada de reojo hacia el lado izquierdo de la portería. El jugador sabe que ese gesto ha sido hecho adrede por el portero para retarle a que chute por ese lado. El jugador también puede comprender que el portero sabe que él puede decidir chutar hacia el otro lado y entonces él se tirará hacia el lado contrario del que ha indicado. Pero como el jugador también sabe que es muy posible que el portero prevea que él piense que se va a tirar hacia el otro lado y, por tanto, se tire finalmente de nuevo hacia el lado izquierdo deberá entonces chutar hacia la derecha. Al mismo tiempo el jugador también puede llegar a la conclusión de que el portero pueda otra vez sospechar que él sepa que sabe que va a llegar a la conclusión de que se vaya a tirar hacia la izquierda y decida entonces tirarse de nuevo hacia el lado derecho. Con lo que llegado a ese punto el jugador piensa que si el portero sabe que él sabe que el portero sabe que el jugador sabe que va a tirarse hacia la derecha, entonces, decida de ese modo elegir el lado contrario a pesar de que el jugador empiece a sospechar que ha podido quedar atrapado en un estado de indecibilidad sostenida y se encuentre ya inmerso en un abismo de tiempo en que ningún penalti es lanzado y jugador y portero quedan eternamente suspendidos en sus sospechas mutuas para escudriñar la decisión del otro que ya jamás llegará a suceder en este tiempo aunque en otros las gradas estén ya cantando el gol o lamentándose por la parada del portero o porqué la pelota ha dado en el poste y ha salido fuera o ya el estadio está vacío o jamás se jugó ese partido y tan solo el frío de la noche acapara otro instante en silencio de todo aquello que no fue.



miércoles, febrero 29, 2012

Obito literario para este milenio.

La literatura ha muerto
victima de los malos lectores.
El escritor ha fallecido debido a su afasia verbal.
Y ahora las palabras pululan sueltas por el aire
como mariposas disecadas.
Y las historias suceden en vez de ser narradas
bajo el influjo de la mediocridad de lo cotidiano.
Los personajes ya no existiran y las metáforas se quedan fosilizadas.
Y el escritor -que ya no escribe- sueña con ser un vulgar poeta.
Pero la poesía también ha muerto porque no era más que literatura del vacío.
Y una constelación de espacios en blanco sume la realidad en la nada.
Y los lectores se topan de bruces contra el espejo
que les devuelve circumspecto el rostro del apocalipsis.
Y se saben culpables de su mirada turbia y llena de muerte para el escritor.
Que los odia
por etupidos y ciegos de un tiempo de literatura en brayllie para analfabetos del sentido de las cosas.
Y se recrudece la guerra entre escritor y lector por la pertenencia de lo dicho.
Y mientras unos se mueren los otros se dejan morir.
Y el futuro avanza pero jamás llega.
Y todo transmuta en todo.
Y nada cambia.

lunes, febrero 27, 2012

De El jardín de los senderos que se bifurcan.

En la ventana estaban los tejados de siempre
y el sol nublado de las seis
Me pareció increible que ese dia
sin premoniciones ni símbolos
fuera el de mi muerte implacable.
A pesar de mi padre muerto,
a pesar de haber sido un niño
en un simétrico jardín de Hai Feng,
yo, ahora, iba a morir?
Despues reflexione que todas las cosas
que suceden a uno suceden
precisamente, precisamente ahora.
Siglos de siglos y solo en el presente
ocurren los hechos;
innumerables hombres en el aire,
en la tierra y el mar,
y todo lo que realmente pasa me pasa a mi.

viernes, febrero 17, 2012

Poema para recitar justo un instante antes de que te echen de un bar.

¡Ay borracho de mí, y ay, infelice! Apurar, cielos, pretendo,
ya que me tratáis así
qué delito cometí
contra vosotros bebiendo;
aunque si bebí, ya entiendo
qué delito he cometido.
Bastante causa ha tenido
vuestra justicia y rigor;
pues el delito mayor
del hombre es haber bebido.

Sólo quisiera saber
para apurar mis desvelos
(dejando a una parte, cielos,
el delito de beber),
qué más os pude ofender
para castigarme más.
¿No bebieron los demás?
Pues si los demás bebieron,
¿qué privilegios tuvieron
qué yo no gocé jamás?

martes, febrero 14, 2012

La Dinastía Ping: Nomenclatura.

La nomenclatura en la Dinastía Ping es considerada como un arte que, incluso, llega a alcanzar el rango de ciencia para sus más firmes devotos. Por lo tanto, para designar a los nuevos miembros de la sociedad se debe acatar unos preceptos básicos definidos por directrices ancestrales.
De este modo, el primer nombre que se le pone al nuevo ser lo recibe aun estando dentro del vientre de su madre. Este debe decidirse durante los primeros meses del embarazo y se lo conoce como el Nombre de Nacimiento.
Los progenitores, por lo común, en estos casos apelativos de cosas que suelan desarrollarse de forma fiable. Así, a los típicos Sauce, Oso o Flor de Lís provenientes del mundo de la flora y la fauna, en ambientes menos estrictos se suele apodar al bebé en gestación con conceptos de cosas o fenómenos florecientes a nivel metafórico. Verbigracia: Pandemia, Rumor, Tormenta, Caos...
Luego, al nacer la criatura, los padres deberán proceder a asignarle su Primer Nombre. Para ello, y teniendo en cuenta que el bebé es considerado como una tábula rasa que contiene en potencia todas las cualidades por igual, se hará uso de un método que esté supeditado al azar. Este consistirá en el lanzamiento al suelo de varios objetos metálicos pertenecientes a la familia como cacerolas, ollas, sartenes, cucharones y latas vacías de tomate y atún. Entonces, según sea el sonido efectuado por dichos cacharros se procederá a bautizar con ellos al recién nacido.
Su Primer Nombre le acompañará durante los primeros veinte años de su vida con lo que durante esa época el individuo no tendrá nunca del todo claro si se ha caído alguna cazuela en la cocina o su madre le está llamando.
En cualquier caso, a la edad de veinte años habrá de sustituír el Primer Nombre por otro: su Nombre de Adulto. Esté será elegido por sus familiares y allegados más directos y habrá de designar de forma sincera y honesta alguna destreza o habilidad en que el futuro portador de dicho nombre sobresalga por encima de los demás. Teniendo en cuenta que si el resto de conciudadanos creen que dicho apelativo sobrepasa en demasía las características reales del individuo en cuestión lo catalogarán como un acto de fanfarronería. Y, entonces, quien de nuevo bauticen a dicha persona a modo de apodo con algún antónimo correspondiente al nombre en cuestión.
Si se le proclamó Valiente y no lo es tanto, lo llamarán Cobarde. Si se le nombró como El Bello y no alcanza a serlo lo suficiente, será llamado El Feo. Si se le propuso como El Más Grande y no lo es, será conocido desde entonces como El Más Pequeño aunque no lo sea.
Y tal como sea nombrado por los otros deberá vivir su adultez haciendo honor a su nombre. El significado de su nombre lo acompañará siempre ahí a donde vaya y le precederá a sí mismo siendo juzgado de antemano a través de este. En el trabajo decidirán su valía según como se llame, las amistades se forjarán entre individuos con nombres del mismo campo semántico y se encontrará pareja cuando se halle a alguien que lleve un nombre compatible con el propio. El Señor Sabio jamás podrá unirse en matrimonio con la Señorita  Ignorancia sino que deberá encontrar a alguna mujer que se llame Sapiencia o Sabiduría y cosas así.
Luego de vivida la vida con el nombre que a uno le haya tocado portar será hora de elegir el Nombre Póstumo que es el nombre que sirve para morir. Con este se encarará el trágico destino de la vejez y la muerte y es por eso que debe ser elegido esta vez sí por uno mismo. El Nombre Póstumo hará referencia a aquello que a uno le hubiera gustado ser y no pudo. Viajero, Galán, Dragón, Justiciero...son algunos, entre otros, de los más celebres apelativos que muchos eligen para designarse en la hora de la vejez. Algunos, sin embargo, prefieren dejar de lado los preceptos básicos de nomenclatura por esta vez y melancólicamente vuelven a hacerse llamar por su Primer Nombre. Aquel que surgió del sonido que hicieron unos cacharros al caer al suelo. Otros, incluso, van más allá y de nuevo se hacen llamar mediante el apodo que sus padres, haciendo referencia a alguna cosa en fase de crecimiento, le pusieron cuando aun no había nacido y que ahora, a las puertas de la muerte, les parece el mejor apelativo para encarar su destino. Y se llaman Roble, Geranio, Abejorro, Tulipán...

domingo, enero 29, 2012

Instrucciones para posar en las fotografías.

Cuando uno posa para una fotografía deberá esmerarse en conseguir salir incólume para la posteridad. Así, teniendo en cuenta que una fotografía puede ser el reflejo de uno mismo fijado en el tiempo, aquel que posara para salir en una debe atender a los preceptos básicos para legar una buena imagen de sí mismo ante los observadores futuros.
De este modo, la primera precaución a tener en cuenta será si se quiere o no aparecer en dicha fotografía. Uno debe calcular la idoneidad o no de dejar nuestra apariencia plasmada en un formato gráfico que la postergue de forma más o menos duradera. Así, dependiendo del estado anímico, la indumentaria, el tipo de peinado o ausencia del mismo, así como el estado facial de nuestro rostro se debe valorar la conveniencia de dejarse retratar o, en cambio, declinar amablemente dicha opción.
No obstante, si uno se siente con la suficiente entidad estética para acometer el acto de dejarse fotografiar, entonces:
Por una parte, deberá el retratado adoptar tanto una pose como un perfil. Este último vendrá dado por la experiencia acumulada a través de la observación de los resultados obtenidos en anteriores fotografías. Debe entonces seleccionarse el perfil con el que ud. suela aparecer más favorecido en anteriores fotografías o, tanto si ud. no ha sido nunca fotografiado con anterioridad como si habiéndolo sido no ha salido favorecido en ninguna ocasión, deberá entonces elegirse un perfil al azar.
Al mismo tiempo se habrá de adoptar una pose característica que le defina como ser humano. Hay que posar para las fotografías como lo que se es o, al menos, como lo que se quisiera ser. Para conseguirlo deberá adoptar la postura que ud. crea conveniente asegurándose al mismo tiempo que esta pueda ser sostenida durante varios segundos.
No de saltos, ni haga aspavientos, ni improvise na coreografía determinada. La esencia de la fotografía consiste en captar un momento estático en el tiempo. Y si no está ud. de acuerdo con esto puede, entonces, hacerse grabar en vídeo.
En cualquier caso, una vez adoptada la pose elegida se debe permanecer en la misma hasta que quien esté haciendo la fotografía de por terminado el proceso. Así que respire por la nariz, no se mueva un ápice y -muy importante- evite pestañear. La aparición de un pestañeo en el mismo justo instante en que se ejecute el disparo de la foto comportará que ud. aparezca en dicho documento gráfico con los ojos cerrados. Cada vez que alguien sale con los ojos cerrados en una foto muere una estrella en el firmamento.
Así que para no propiciar dicha catástrofe cosmológica se debe promover la desincronización entre quien ejecuta la fotografía y nuestro propio parpadeo. Por lo que para disminuir la posibilidad de coincidencia, habiendo estudios que aseguran que estadísticamente la mayoría de fotografías se llevan a cabo en segundos pares, se aconseja parpadear en segundos de índole impar.
Será de este modo como habiendo ud. elegido un perfil y una pose y procurando no pestañear en el preciso instante de ser fotografiado, tan solo le quedará por ejecutar la sonrisa preceptiva.  Así que por muy serio que ud. sea o por muy triste que se sienta deberá en cualquier caso esbozar una mínima sonrisa de fotografiado para la posteridad.
Para lograrlo intente pensar en algo gracioso que le hayan dicho o en algún hecho humorístico que haya podido observar. Si a pesar de eso la sonrisa no surge de forma espontanea, se debe entonces uno concentrar en tensar los músculos faciales que la posibilitan procurando hacerla aparecer de forma paulatina y consistente.
No sirve a este menester una risa hilarante, un tic nervioso en la comisura del labio o cualquier mueca indeterminada que solo vagamente pueda ser reconocible como indicio de dicha. Una sonrisa bien ejecutada dotará, en cambio, de un áurea de dicha y jubilo a sus más insignes retratos y es, a la vez, el estandarte con que cualquier buen posador rubrique para el porvenir la fotogenia de su felicidad.

sábado, enero 28, 2012

Breve historia del universo.

En una sutil distracción de la nada empezó el universo a través del Big-Bang. Ahí se formó el espacio-tiempo, las leyes físicas, los átomos. Luego, se expandió todo y en apenas un instante ya estaban formadas las galaxias, los planetas, los seres vivos y tu y yo.
Y, entonces, casi inmediatamente, tu y yo ya habíamos desaparecido. Y también los seres vivos, los planetas, las galaxias, los átomos, las leyes físicas, el espacio-tiempo y todo volvió a sumirse de nuevo en la nada sin más.

miércoles, enero 25, 2012

Derecho a fracasar.

Ciudadano anónimo reivindica el derecho a fracasar en la vida, a ni tan siquiera tener que intentar alcanzar el éxito, a darse por vencido de antemano, a salir derrotado a la calle anticipadamente.
A no tener objetivos que cumplir, a no tener sueños que anhelar, a no saber soñar. A estar conforme con lo que la vida le depara, a administrar aquello dado, a non creer en el destino, en la providencia, ni tan siquiera en el azar.
Y, así, ciudadano anónimo no juega a la lotería porqué no cree que jamás le toque, no ama por temor a no ser correspondido, no vive porqué sabe que ha de morir y no espera nada del futuro porqué ha constatado que este jamás llega.
Ciudadano anónimo transita el presente como quien deambula por la aceras. No ha de llegar a ningún sitio concreto, ni ha de llegar antes que nadie, ni ha de llegar en ningún momento preciso.
Se rige por el principio de incertidumbre de Heissenberg y se deja arrastrar por la fuerza de Coriolis que rige en cada encrucijada. A veces se pone a hacer una cosa y al mismo tiempo la contraria en estado de Tupac-amaru y bajo el síndrome de Estocolmo queda enamorado de su soledad.
Ciudadano anónimo, sin embargo, a veces es afortunado y es querido. Es exitoso y se ve inmerso en la felicidad. Es capaz de llegar al lugar justo en el momento exacto. Es vivido por la vida, viajado por el mundo, transitado por las calles, es esperado por la esperanza, esclavizado por el libre albedrío, soñado por un sueño y alcanzado por su destino. Y en esos casos ciudadano anónimo se deja ser.

lunes, enero 23, 2012


Poema Ajedrez de Jorge Luis Borges


I
En su grave rincón, los jugadores
rigen las lentas piezas. El tablero
los demora hasta el alba en su severo
ámbito en que se odian dos colores.
Adentro irradian mágicos rigores
las formas: torre homérica, ligero
caballo, armada reina, rey postrero,
oblicuo alfil y peones agresores.
Cuando los jugadores se hayan ido,
cuando el tiempo los haya consumido,
ciertamente no habrá cesado el rito.
En el Oriente se encendió esta guerra
cuyo anfiteatro es hoy toda la tierra.
Como el otro, este juego es infinito.
II
Tenue rey, sesgo alfil, encarnizada
reina, torre directa y peón ladino
sobre lo negro y blanco del camino
buscan y libran su batalla armada.
No saben que la mano señalada
del jugador gobierna su destino,
no saben que un rigor adamantino
sujeta su albedrío y su jornada.
También el jugador es prisionero
(la sentencia es de Omar) de otro tablero
de negras noches y blancos días.
Dios mueve al jugador, y éste, la pieza.
¿Qué Dios detrás de Dios la trama empieza
de polvo y tiempo y sueño y agonías?



sábado, enero 07, 2012

La invención de la muerte.

La muerte no existe. Es tan solo una invención ideada por los más ancianos como motivación de los más jóvenes respecto a la vida. Y es por eso que la muerte fue inventada una tarde gris de otoño de hace mucho ante el desencanto vital de la gente.
Los seres del mundo habían quedado hastiados de tanto vivir y ahora tan solo persistían en una existencia baldía e inerte. Así que un día se reunieron algunos de los más sabios ancianos de entonces y acordaron idear un plan. Este consistiría en la ocultación definitiva de algunos de ellos y la posterior explicación a la gente de que estos habían muerto.
No obstante, no podrían usar estas palabras porqué la muerte aun no existía, así que tuvieron que explicar que era aquello que les había sucedido a esos venerables ancianos que no les permitía estar ahí presentes. Con lo que mediante metáforas fluviales, argumentaciones ad absurdum y mímica asociada lograron hacer comprender a la gente el lúgubre concepto. Unos -quizá aquellos que más lo comprendieron- no lo aceptaron de inmediato, a otros les dio absolutamente igual, algunos pensaron que todo era una invención ideada por los ancianos, pero la mayoría sucumbieron ante el misterio y la irrevocabilidad del acto de morirse y pronto valoraron más su propia vida.
A partir de entonces las personas vivieron con más intensidad. Se alegraban más, se entristecían con más esmero, lloraban, reían, pintaban cuadros y se besaban más. Hacían más el amor, bailaban más, cantaban más y mejor y también iban con más ímpetu a la guerra. Se esforzaban más en sus trabajos, amaban con más intensidad, se odiaban con más fuerza y luego recordaban más vivamente todo aquello que les había ido sucediendo. Porque ahora la vida tenía un final que le confería un destino contra el que revelarse de algún modo cada día.
Después, a medida que se hacían mayores les era revelada la mentira con la prerrogativa de que guardaran el secreto y que eligieran ellos mismos el día en que quisieran desaparecer. Y de este modo, llegado el momento deberían simular su muerte y esconderse para siempre en unas tierras lejanas que se habían predispuesto a ese fin. Allí se reencontrarían con aquellos seres amados que también tuvieron que partir algún día. Y allí esperarían a aquellos que dejaban en vida entristecidos por su muerte aun ignorantes de la oculta confabulación que se había pertrechado para promover la vida.
Sí alguno descubría el secreto demasiado joven no había más remedio que conminarle a representar una trágica e inesperada muerte temprana. Se alguien se negaba a mantener oculta la trama también era desplazado hasta esas lejanas tierras que muchos empezaron a llamar el más allá. Y así se inventaron años más tarde las religiones para proponer a través de estas equivocas interpretaciones de la muerte y falsos paraísos con los que confundir la verdadera ubicación de los finados.
Más tarde todo se fue volviendo más confuso cada día y ante la nueva dejadez vital de los que ya habían descubierto aquella trama tuvo que inventarse otro lugar al que partían aquellos que desaparecían en el más allá. Luego en las nuevas tierras se procedió del mismo modo y así sucesivamente. Ante tales complicaciones, en asamblea sumarísima dirigida por aquellos primeros ancianos, se acordó borrar la memoria e infundirle nuevos recuerdos a cualquiera que fuera desplazado de un sitio para empezar a vivir en otro. De este modo se infundió la certeza de que la muerte existía en todos y cada uno de los sitios que se habían ido habilitando a tal fin que ahora eran incontables lugares en los que se vivía y moría para ser luego trasladado al siguiente.
Así que, excepto aquellos primeros ancianos que mantuvieron la memoria para llevar a cabo el plan, ya nadie podía saber si había muerto con anterioridad o era aun su primera vida o había vivido ya múltiples existencias a lo largo de los sucesivos desplazamientos que había sufrido tras sus incontables muertes. Y, claro, mucho menos aun podían sospechar que la muerte era tan solo una mera invención.

jueves, enero 05, 2012

Siempre a destiempo y a deshora.

Te abandoné el jueves que viene y tu me querrás ayer. Y así andamos, besándome tu la próxima semana, mientras yo te diré que te quiero el martes pasado. Y ,luego, tu te enamorarás de mi hace unos días y yo hube empezado a aborrecerte dentro de un mes. Y seremos felices anteayer y fuimos desdichados el día de mañana. Y hace un rato dirás que lo nuestro no tiene arreglo y yo dije dentro de un rato que será mejor que intentemos olvidarnos. Lloraste próximamente y no hace mucho que yo me marcharé. Y así empezará todo aquel día o ha terminado ya cualquier día de estos.