jueves, abril 30, 2009

Sobre las dos de la noche en el Manhattam.

Eran sobre las dos de la noche en el Manhattam y la chica rubia con vestido rojo se acercó hasta donde estaba él para preguntarle si había venido solo. O eran sobre las dos de la noche en el Manhattam cuando la chica rubia que vestía, en realidad, un escotado vestido verde se le acercó y le preguntó: ¿has venido solo? O, quizá, se le acercó la chica rubia que lo había estado mirando desde hacía rato desde el fondo de la sala, llevaba puesto un elegante vestido marrón y al llegar junto a la barra donde estaba sentado él le susurró...La chica era morena, muy guapa y vestía de azul marino, al verlo sentado ahí en la barra decidió acercarse hasta él y preguntarle: me invitas a una copa. Pero no, esto no sucedió así, porque fue él quien se acercó hasta donde estaba ella que, en realidad, vestía un ceñidisimo vestido verde turquesa y al llegar a su lado le preguntó si podía invitarla a una copa. Tal vez, al acercarse él hasta la mesa donde estaba la chica morena que llevaba un precioso vestido color malva ella le dijo...
Eran sobre las dos de la noche en el Manhattam, sola en una mesa la chica morena que vestía un estridente vestido amarillo había estado haciendo miraditas al tipo de la barra y ahora veía como se acercaba hasta donde estaba ella para decirle alguna cosa cuando...En el Manhattam eran sobre las dos de la noche, una chica morena estaba sola en una de las mesas del fondo, vestía un llamativo vestido color rosa y al verla él se acercó hasta ahí para preguntarle si había sola o si podía invitarla a una copa y entonces eran sobre las dos de la noche y desde la barra del Manhattam un tipo se dirigía hacía donde estaba la chica morena del vestido ocre cuando, de repente, en el Manhattam eran sobre las dos de la noche y una chica peliroja...

viernes, abril 17, 2009

Ping, el hombre que hablaba tan solo con onomatopeyas.

Ping, criado en la cultura china donde toda palabra escrita es un pictograma, creyó conveniente que del mismo modo toda palabra dicha en voz alta solo podía ser así mismo una onomatopeya. Comentó su convinción entre sus más íntimos y allegados y desde ese día tan solo habló utilizando onomatopeyas.
Entonces, para decir gato decía miau, para decir perro decía guau y así sucesivamente. Con el tiempo descrubió que gracias a esta simplificación del lenguaje que también ejecutaba a nivel de pensamiento la vida se volvía en sí misma más sencilla. Las cosas ya no se complicaban aun más por entre los entresijos de la retórica, su pensamiento, compuesto de imagenes y sus correspondientes sonidos asociados en forma de onomatopeyas, le llebaban a razonamientos puros que solían aportarle más soluciones concretas que las divagaciones banas en las que se veía sumergido cuando pensaba en todo tipo de palabras.
La complejidad de los sentimientos antagónicos que antes solía sentir por su bienamada chun-li quedaban ahora resumidos en pum-pum, la angustia por el paso del tiempo quedaba tan solo en tic-tac, por su parte, el hecho inexorable de existir se reducía a ta-ta-ta-chaaan y la irremediable inevitabilidad de la muerte no era nada más que ¡chim-pom!
Pasaban los días y era feliz tal que campanitas en el cielo tilín-tilín, pajaritos que cantan pio-pio al compás de viento fiuuu sobre el campo en el que una gota de rocío resbalando por el pétalo de una flor a través del aguacero del amanecer resonaba sobre la tierra húmeda tal que: plim. Que, a la vez, podía designar el universo entero.

jueves, abril 16, 2009

Declaración de amor infinito.

Y, entonces, cuando la amada esquiva le preguntó cuan grande era su amor, el amante anhelante respondió: mi amor por ti es infinito.
Lo que implicaba que ante cualquier otra posible amada presente o ausente, habida o por haber, factible o imposible de poderla enamorar, existente o inexistente, real o hipotética...el amante siempre la preferiría antes a ella. También que la suma de cualquier amor dado sería aun en el computo total de amor universal inferior al amor que él profesaba por ella e, incluso, infinitamente inferior. Que su amor sería para siempre y duraría toda la eternidad no decreciendo (tampoco augmentando, porqué no era posible un amor mayor) y que, además, la amaba desde siempre, aun antes de haberla conocido, antes, incluso, de que ninguno de los dos hubiera nacido, antes de la aparición del sentimiento amoroso en los seres vivos y de la creación misma del universo.

lunes, abril 06, 2009

La inmiscusión terrupta

Como no le melga nada que la contradigan, la señora Fifa se acerca a la Tota y ahí nomás le flamenca la cara de un rotundo mofo. Pero la Tota no es inane y de vuelta le arremulga tal acario en pleno tripolio que se lo ladea hasta el copo.

-¡Asquerosa! –brama la señora Fifa, tratando de sonsonarse el ayelmado tripolio que ademenos es de satén rosa. Revoleando una mazoca más bien prolapsa, contracarga a la crimea y consigue marivolarle un suño a la Tota que se desporrona en diagonía y por un momento horadra el raire con sus abroncojantes bocinomias. Por segunda vez se le arrumba un mofo sin merma a flamencarle las mecochas, pero nadie le ha desmunido el encuadre a la Tota sin tener que alanchufarse su contragofia, y así pasa que la señora Fifa contrae una plica de miercolamas a media resma y cuatro peticuras de ésas que no te dan tiempo al vocifugio, y en eso están arremulgándose de ida y de vuelta cuando se ve precivenir al doctor Feta que se inmoluye inclótumo entre las gladiofantas.

-¡Payahás, payahás! –crona el elegantiorum, sujetirando de las desmecrenzas empebufantes. No ha terminado de halar cuando ya le están manocrujiendo el fano, las colotas, el rijo enjuto y las nalcunias, mofo que arriba y suño al medio y dos miercolanas que para qué.

-¿Te das cuenta? –sinterruge la señora Fifa.

-¡El muy cornaputo! –vociflama la Tota.

Y ahí nomás se recompalmean y fraternulian como si no se hubieran estado polichantando más de cuatro cafotos en plena tetamancia; son así las tofifas y las fitotas, mejor es no terruptarlas porque te desmunen el persiglotio y se quedan tan plopas.

J.C.
Despertador de arena: calcule el número de granitos que equivalgan al periodo que ud. desea dormir. Dele la vuelta al reloj-despertador de arena para que esta empiece a descender por la ranura hacia la parte de abajo. El sonido de los granitos depositandose en el fondo del reloj formando dunas de un diminuto desierto de arena crearan el mismo efecto sopnifero que el rumor de la lluvia o el suave batir de las olas de un mar.
Dicho sonido le hara entrar en un estado de sueño profundo que, sin embargo, será súbitamente alterado en cuanto hayan caído los últimos granitos de arena que iran seguidos de un silencio estruendoso y atronador que le hará despertar inexorablemente de forma abrupta y definitiva.

Reloj solar nocturno: consistente en un reloj solar clásico en el que va atada de un hilo por una de sus patas una mosca al centro del reloj. También habrá una araña que intenta dar caza a dicha mosca por lo que esta volará haciendo círculos concentricos alrededor del reloj solar nocturno y provocando que la araña se desplace también alrededor del reloj. Con lo que las luciernagas que estarán en un receptáculo de cristal encima del reloj también irán situandose de un lado a otro según convenga para huír del alcance de la araña. Esto hará que la luz que proyectan las luciernagas de forma natural debido a su morfología luminiscnte infiera desde diversos ángulos sobre el reloj según vaya avanzando la noche. Y así irá marcando los diversos instantes nocturnos el reloj regido por los instintos más primitivos de una mosca, una araña y un puñado de luciernagas.

Reloj de lluvia: hagase construír un recipiente que abarque exactamente un metro cuadrado. Póngalo a la intemperie en algun lugar tal que una terraza, balcón o jardín. Entonces, solo habrá que esperar que las nubes cubran el cielo en medio de un día gris, que un trueno retumbe ahí arriba y se ponga a llover. Deberá poner entonces en funcionamiento una videocanara fijada para grabar en dirección al recipiente de exactamente un metro cuadrado. Deje que grabe mientras ud. mira por la ventana como repiquetean las gotas sobre el suelo mientras recuerda algun amor pasado sumido en la típica melancolía de los días de lluvia. Una vez terminado el aguacero visione la grabación y mediante el uso conveniente del botón de pausa procure ordenar cronológicamente la caída de cada gota de lluvia. Cada una de ellas será un segundo y ya solo hará falta espaciarlos adecuadamente.

miércoles, abril 01, 2009

Sonrisa

por Alan Lightman

Es un sábado de marzo. El hombre despierta lentamente, bosteza, se viste y sale para su paseo matinal. Cuando regresa, se ducha, se cocina a sí mismo un huevo revuelto y se apoltrona en su sillón con Los ensayos de E. B. White. Cerca del mediodía va en bicicleta hacia la librería. Pasa allí un par de horas hojeando libros, después pedalea a través del pequeño pueblo hasta el lago.

La mujer se despierta esta mañana, sale de la cama y va inmediatamente hacia el caballete, toma sus pinturas al pastel y se dispone a trabajar. Luego de una hora ella está satisfecha con el efecto de la luz y abandona su pintura para desayunar. Se viste rápidamente y camina hacia un almacén cercano. Allí se encuentra con amigos y almuerza con ellos. Luego quiere estar sola y conduce hacia el lago.

Ahora el hombre y la mujer están parados sobre el muelle de madera, contemplando el lago y las olas en el agua. Ninguno de ellos se ha dado cuenta de la presencia del otro.

El hombre gira. Comienza entonces una sucesión de eventos que lo informan de la presencia de la mujer. La luz reflejada por el cuerpo de ella instantáneamente entra por las pupilas de sus ojos, a razón de diez billones de partículas de luz por segundo. Una vez que dejaron atrás la pupila de cada ojo, las partículas viajan por unas lentes ovaladas, atraviesan una sustancia transparente y gelatinosa que llena el globo del ojo, y aterrizan en la retina. Aquí la luz es acumulada por cien millones de células.

Las células en la trayectoria de las manchas brillantes reflejadas reciben un gran aluvión de luz; las células que están en las sombras de la escena reflejada reciben muy poca luz. Los labios de la mujer, por ejemplo, relucen y reflejan luz de alta intensidad en una pequeña región de células ubicadas en el noreste de la parte trasera de la retina del hombre. Por otro lado, los bordes alrededor de la boca son bastante oscuros y, entonces, las células vecinas a la región del noreste reciben mucho menos luz.

Cada partícula de luz termina su viaje en el ojo al encontrarse con una molécula retinal, constituida por 20 átomos de carbono, 20 de hidrógeno y uno de oxígeno. En su estado inactivo cada molécula retinal está ligada a una proteína y está torcida entre el undécimo y el quinceavo átomos de carbono. Pero cuando la luz la golpea, como está ocurriendo ahora en cerca de 30000 billones de moléculas retinales cada segundo, la molécula se endereza y se separa de su proteína. Luego de varios pasos intermedios, la molécula vuelve a torcerse a la espera de una nueva partícula de luz. Mucho menos de una milésima de segundo ha transcurrido desde que el hombre vio a la mujer.

Disparadas por la danza de las moléculas retinales, las células nerviosas o neuronas, responden. Primero en el ojo y luego en el cerebro. Una neurona, por ejemplo, ya se ha puesto en acción. Proteínas en su superficie cambian repentinamente sus formas, bloqueando el flujo de átomos de sodio cargados positivamente presentes en el fluido corporal circundante. Este cambio en el flujo de átomos cargados eléctricamente produce un cambio en el voltaje que estremece a la célula. Luego de una distancia de una fracción de milímetro, la señal eléctrica alcanza el extremo de la neurona, alterando la liberación de moléculas especificas, las cuales migran una distancia de una diezmilésima de milímetro hasta que alcanzan la próxima neurona, trasmitiéndole las noticias.

Los brazos de la mujer cuelgan libremente, su cabeza está levemente inclinada hacia la derecha y su cabello cae sobre sus hombros. Esta información y mucho, mucho más está exactamente codificado en los pulsos eléctricos en varias neuronas de los ojos del hombre.

En otras pocas milésimas de segundo, las señales eléctricas alcanzan las neuronas del ganglio, las que se agrupan en el nervio óptico detrás del ojo y llevan sus datos hacia el cerebro. Aquí, los impulsos corren hacia la corteza visual primaria, una capa de tejido altamente plegada de alrededor de dos milímetros de espesor y diez centímetros cuadrados de área, conteniendo unas cien millones de neuronas en media docena de capas. La cuarta capa recibe las señales en primer lugar, realiza un análisis preliminar y transfiere la información a neuronas de otras capas. En cada etapa, cada neurona puede recibir señales desde miles de otras neuronas, combina las señales –algunas se cancelan entre sí- y envía el resultado a otro millar de neuronas.

Treinta segundos después –cuando ya billones de partículas de luz reflejadas en el cuerpo de la mujer han entrado a los ojos del hombre y han sido procesadas– la mujer dice hola. Inmediatamente, moléculas de aire son empujadas unas hacia otras, para después ser apartadas y luego nuevamente amontonadas, Este movimiento, parecido al de un resorte, comienza en las cuerdas vocales de la mujer y viaja hacia los oídos del hombre (a unos seis metros de distancia) en dos centésimas de segundo.

Dentro de cada uno de los oídos del hombre, el vibrante aire cubre rápidamente la distancia hasta el tímpano. El tímpano, una membrana oval de alrededor de un centímetro de diámetro y que forma un ángulo de 55 grados con el piso del canal auditivo, comienza a temblar y transmite su movimiento a tres pequeños huesos. A partir de allí, las vibraciones sacuden el fluido en la cóclea, parecida a un caracol con dos vueltas y media.

Dentro de la cóclea los tonos son descifrados. Aquí, una tenue membrana ondula al compás del fluido y a lo largo de esta membrana basilar hay delgados filamentos de variados espesores, como cuerdas de un arpa. La voz de la mujer, desde la distancia, está tocando el arpa. Su hola comienza en un registro bajo y luego incrementa su tono hacia el final. En una precisa respuesta, los filamentos más gruesos de la membrana basilar vibran primero, seguidos luego de los filamentos más delgados. Finalmente, decenas de miles de bastoncitos adheridos a la membrana basilar trasmiten sus particulares estremecimientos al nervio auditivo.

Las noticias del hola de la mujer, traducido eléctricamente, corren a lo largo del nervio auditivo y entran al cerebro del hombre, a través del tálamo, a una región especializada de la corteza cerebral para su posterior procesamiento. Eventualmente, una gran fracción de los billones de neuronas del cerebro del hombre se dedica a analizar los datos visuales y auditivos recién adquiridos. Compuertas de sodio y potasio abren y cierran sin cesar. Corrientes eléctricas se apresuran a lo largo de fibras neuronales. Moléculas fluyen del extremo de un nervio al próximo.

Todo esto es conocido. Lo que es desconocido es porqué, luego de un minuto, el hombre camina hacia la mujer y sonríe.