lunes, septiembre 24, 2007

Encuentros con el Sr. Brünning II.

En un auditorio musical al fondo de la sala flanqueado a su derecha por un extintor y a su izquierda por la puerta de los lavabos enfundado en un traje de pàna marrón con la vista perdida, quizá no en el infinito pero seguro si en alguna galaxia lejana, maldiciendo a soto voce en alguna lengua muerta sin conexión aparente con la realidad circundante en medio de una clase musical gratuíta que le había tocado en el anverso de la etiqueta de un paquete de supositorios esmerandose en la ardua tarea de aprender a tocar un acordeón encontré al Sr. Brünning. El único ser humano que he conocido capaz de articular, sin intención previa, un grácil instrumento de viento hasta conseguir convertirlo en un instrumento de percusión.

viernes, septiembre 14, 2007

Encuentros con el Sr. Brünning.

La última vez que ví al Sr. Brünning era miercoles. Yo venía de desplumar pollos (por hooby), actividad que me dejaban ejercer gratuítamente, es decir, sin que me pagaran nada y a la vez, sin ser yo tampoco remunerado en la carnicería La Oveja Chillona. El Sr. Brüning permanecía sentado en un banco desde hacía horas, según él, esperando a que se desplome un satélite, según otras fuentes (algunos vecinos fisgones) pegado al banco ya que se había sentado esa mañana poco rato después de que le aplicaran una mano de barniz (al banco) y ahora no podía levantarse.
Incapaz de admitir un error propio, permanecería ahí hasta bien entrada la noche cuando no hubiera nadie que pudiera verle desgarrando la tela trasera del pantalón para poder huír.