martes, junio 12, 2007

Obsesiones:

René
quería conocer a todas las personas del mundo. Esa era tarea ardua, ya que había miles de millones de seres humanos dispersos en todas direcciones sobre la faz del planeta que -además- se morían a cientos de miles la hora y, a la vez, nacían a más o menos la misma velocidad.
Peró René no defallecía en su empeño, tal era su obsesión y lo veías desplazarse por las calles a ritmo frenético presentandose exhaustivamente a todo aquel que entraba en su radio de acción y pidiendo que a la vez cada uno se identificara para pasar rápidamente a conocer a la siguiente persona y así sucesivamente.

Rodel
siempre decía y hacía lo contrario de lo que pensaba y sentía por lo que mantener una conversación con él resultaba exasperante. Sobretodo para él. Ya que sus opiniones y sentimientos eran los diatralmente opuestos a su pensamiento verdadero, con lo que sus amigos, en realidad, eran sus enemigos, la mujer con la que se había casado era la que más odiaba, con la que menos afinidad tenía, además de vestir predominantemente del color que menos le gustaba, de votar al partido contrario al que le parecía mejor y pedía siempre en los bares refrescos sabor limón en vez de pedirlos de sabor naranja que era como a él realmente le gustaban.
Así que llevaba una vida totalmente contraría a la que le hubiera gustado llevar y, aun a pesar de eso, el trabajo que hacía le gustaba bastante, tenía algun vecino que le caía bien y la canción que estaba sonando en este momento por la radio le parecía maravillosa. Quizá, porque hay algunas cosas en la vida que, a pesar de que formen parte inevitable de esta, no las hayas podido elegir.

Jing-Yang-Bao-Wei-Ping-Cheng
era una persona distinta cada día de la semana y el domingo descansaba. Es por eso que tenía seis nombres, Jing-Yang-Bao-Wei-Ping-Cheng, además de tener siete pares de calcetines con un día de la semana bordado en cada uno. De esta forma, en Lunes, cuando se ponía el par de calcetines que llevaba bordada la palabra Lunes, era Jing y su personalidad, memoria, defectos y virtudes, así como su comportamiento y expectativas de futuro correspondían a Jing y solamente a él. Para luego en Martes pasar a ser Yang y así sucesivamente desde Bao hasta Cheng, del Miercoles al Sábado. El Domingo descansaba y ya no quería ser nadie con lo que no tenía nombre y no le importaba nada.
A veces, realmente la gente no sabía muy bien si era un hombre con seis nombres o cada uno de aquellos nombres pertenecía a una persona diferente. Eso sí, cuando era Jueves y se llamaba Ping, si estaba solo en casa y sonaba el microondas se giraba y preguntaba ¿Que quieres?

Safar
hacía las cosas del revés. Ya de pequeñito era el único de su clase que sabía hacer el pino. Luego fue creciendo y seguía haciendo todo al revés. Si leía un libro empezaba siempre por el final e iba avanzando por el relato retrocediendo a través de las páginas hasta acabar por el principio de la historia que, si el libro era lo suficientemente bueno, era tan inesperado como el final. Si escribía lo hacía de izquierda a derecha de abajo a arriba.
También se ponía la ropa con las costuras y las etiquetas por fuera. A la hora de dormir se despertaba y cuando era la hora de despertar se dormía.
Cuando ligaba con alguna chica lo primero que hacía era follarsela, después le tocaba una teta, entonces la besaba y luego la iba conociendo un poco hasta que finalmente le preguntaba su nombre.
Tal era su obsesión por hacer las cosas al revés que cuando nació en realidad había muerto y cuando finalmente murió empezó a vivir.

Cristofer
se levantaba por la mañana y no tenía más objetivo que perseguir su propia sombra. Esto sucedía hasta las doce del mediodía, hora en que su obsesión de alcanzar su sombra mutaba (presumiblemente porqué había conseguido atraparla) y, entonces, se dedicaba a intentar huír desesperadamente de ella. Y esto era así hasta el anochecer.

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