domingo, noviembre 02, 2008

Crónicas del olvido.

Hay un lugar donde puedes olvidar todo aquello que jamás te sucedió. Se llega hasta él por carreteras que nunca tomaste o bajando en la estación donde tienen parada todos aquellos trenes que algun día perdiste. De donde bajan algunas de las personas que jamás llegaste a conocer.
Allá donde no se puede alcanzar a recordar los amigos que jamás hiciste. Donde te puedes cruzar por la calle con aquellas personas con las que saliste de fiesta hasta altas horas de la madrugada en noches memorables de las que ahora no te acuerdas de nada. Aquellos a los que confiastes tus secretos y desvelaste tus esperanzas vanas. Con los que viviste aventuras felices y a los que tuvistes a tu lado en los momentos tristes que jamás llegaron a acontecer.
Es un lugar donde puedes olvidar a la novia que jamás tuviste. La que nunca vistió aquel jersey verde de lana esa tarde de invierno en que fuisteis a pasear a la vera de un lago, mar o, quizas, oceano junto al que no has estado en la vida. La que no te dijo a la sombra de aquel arbol bajo el que os tumbasteis que vuestra historía de amor que jamás sucedió sería para siempre.
Un lugar donde no podrás recordar aquel viaje que nunca emprendiste. Donde salen veladas las fotos que jamás hiciste en las que apareces sonriente mirando a camara a los pies de la estatua junto a la que no has estado ninguna vez. Donde se velan paisajes que no contemplaste, lugareños a los que no conociste y romances bajo la luz de la luna llena que no sucedieron.
En este lugar donde habita el olvido no podrás recordar aquel trabajo que nunca tuviste. Con lo que se te descuentan las horas que no llegaste a cumplir, se te traspapelan los contratos que nunca firmaste y se te proratea tu absentismo laboral.
Donde nadie habrá oído hablar de aquel bar de la esquina que de ningún modo frecuentaste. En el que se desvanecen en el eco del silencio aquellas tertulias que jamás se entablaron, donde se esfuman por entre los recovecos del aire las frases que no fueron pronunciadas, ahí donde se enfrían los cafés que no tomaste, donde se guardan tibias las cervezas que no bebiste, donde se deshilan los tejemenejes que no se urdieron, donde se tergiversan las historias que nunca fueron contadas.
Y todo cerca de aquel hotel que jamás se llego a construír donde se hospedan todas aquellas mujeres con las que te acostaste, en cuyos pasillos resuenan el grito sordo de los orgasmos perdidos que jamás podrás recuperar, donde se deben aquellos besos que nunca te dieron y arrinconadas en el olvido pernoctan todas las noches de pasión que nunca llegaste a vivir.
Un lugar donde los cines siempre traen en cartelera películas que aun no hemos visto y la televisión solo emite programas que algun día te perdiste, series que nunca seguiste o partidos que no pudiste llegar a ver. Donde hay bibliotecas llenas de libros que no te animaste a empezar a leer y por la radio solo ponen canciones que jamás habías escuchado.
Donde hay un escuela en la que se desaprenden los nombres de los rios que jamás llegaste a estudiar, las leyes de las ciencias que no llegaste a entender y las reglas de los juegos a los que no jugaste. Donde se descuídan las fechas de nacimiento de los escritores que jamás diste porqué no hubo tiempo de acabar el temario y la solución de los problemas matemáticos que puede que no tuvieran solución. Donde se desdicen y se retractan los maestros que nunca tuviste.Una escuela donde se descosen de las batas los nombres de los niños que no puedes recordar.
Y bajando por esa misma calle de cuyo nombre no te acuerdas se llega hasta aquella casa en que jamás viviste en la que se desvanecen silenciosos los sueños que jamás tuviste sobre la cama en la que nunca dormimos junto las cortinas que no habríamos elegido de ningún modo al lado del armario donde está guardada la camisa que nunca te atreviste a poner para acudir a la cita a la que jamás te presentaste donde conociste a la persona de la que jamás te llegaste a enamorar. Aquella con la que no te pudiste recostar al lado de la chimenea que en la vida encendiste junto a la que no hicimos el amor sobre la alfombra que jamás existió a la lumbre de un fuego que no crepitó al filo de la medianoche con sus llamitas amarillas y azules.
Y junto a esa casa de la que no puedes acordarte que algun día llamaste hogar crece en el patio el arbol que nunca plantaste del que pende el columpio del que en días de viento resuenan chirridos que jamás emitió. El mismo en el que se balancearon los hijos que jamás tuviste y que crecieron felices sin preocupaciones como la de haber nacido huerfanos de ti. El mismo columpio en que jamás te sentarás a olvidar de leer el libro que nunca escribiste y en el que puedes no acordarte de dejar envejecer una vida que jamás sucedió.

1 comentario:

Solà-Garcia dijo...

Això està molt ben dit. I què sentimentaloide, però! :D