viernes, octubre 28, 2011

Instrucciones para abrir un paraguas en un día de lluvia.

Del cielo caen millones de gotas de lluvia y no es culpa tuya. Y, sin embargo, en algún momento habrás de guarecerte de estas si sales a la intemperie. Y aunque es sabido y por muchos constatado que cuando llueve uno siempre debería quedarse a contemplar dicho fenómeno desde detrás del cristal de la ventana de su casa, no es menos cierto que el mundo es injusto y la vida no siempre es ideal.
A si que a veces uno deberá hacer uso de ese ancestral artilugio que acompaña al hombre desde hace ya mucho y que, a excepción de esos pequeños paraguas retráctiles que se abren pulsando un botón, a penas a sufrido modificaciones substanciales en el transcurso del tiempo dada su cuasi perfección intrínseca para el uso que se le ha de dar.
Y a pesar de eso habrá que tener en cuenta que las posibilidades parapetatorias y antihumectantes de dicho artefacto tan solo serán habilitadas después de ejecutar el mecanismo de apertura correspondiente. Por lo que un paraguas cerrado es un objeto inútil e inerte que nada puede hacer contra la inmensidad de un cielo abigarrado de húmedas gotas que caen horripilantemente sobre las cabezas de la gente deshaciendo la permanente de la señora que acaba de salir de la peluquería, empapando jerséis y mojando contumazmente el peluquín  de aquel tan digno señor.
Por lo que contra tanta penalidad y hecatombe no habrá otro remedio que articular el mecanismo de apertura del paraguas para prevención de desgracias y antídoto contra aguaceros. Y es entonces cuando uno deberá sujetar el ingrato artilugio por la empuñadura con una mano y, si-es-uno-de-esos-paraguas-modernos-de-apertura-automática, presionar el botón con el dedo pulgar y hacer ¡clic!

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