viernes, abril 01, 2005

Esclavo.

De tu tabique nasal maestro, de tus talones de aquiles de cristal de bohemia, de tu huesito de la alegría de la tristeza, de tu pie izquierdo de levantarte, de tu flequillo trotante caballito de mar de Troya, de tu xilofón de premolares en invierno, del fruto húmedo de tu nuez, de la raíz cúbica de tus cabellos, del km/0 del mundo en tu ombligo, -y cuando me la chupas siempre pienso que me vas a morder, quizá porqué yo suelo desear hacerte una ablación de clítoris con los dientes-, de tus parpados blindados con apertura retardada, del rompenueces de tus ingles, del angulo de 181º de tus esquitiviales en el momento en que, del menú de uñas de tus pies, de tu hombro impermeable y antihumectante, del secreto del alquimista en la química de tus axilas, del reflejo de mi silueta en tu ojito derecho, del museo de cera de tus orejas, del purgatorio de tu espalda, del nido de culebras de tu coño, del cementerio de elefantes de tu ano, de la erección repentina de un escalofrío en tus pezones, del punto de sal en tu lengua, del callejero de Roma en la palma de tus manos, del escrutinio final de pestañas en tu mirada, -porqué cuando te sodomizo siempre pienso que vas a defecar, tal vez, porque siempre he querido cagar en tus manos-, de tus muñecas de porcelana desarticuladas, del lenguage binomial concavo/ convexo de tus cejas, del laberinto sin Minotauro de tus huellas dactilares, de la arritmia cardiovascular de tu dedo corazón, de la punta de silex afilada de tus codos, del encofrado curvilineo de tus caderas, del escondite de ladrones de besos de tu cuello, del periodo antidiluviano en el recorrido que va desde tu ante brazo hasta tu clavícula, - aunque cuando te beso siempre creo que vas a vomitar, quizá porqué siempre he querido alimentarte como un pajarito y reburgitar en tu boca-, de la alopecia lijada de tu vello púvico, del eclipse de armaguedon de tu pupila, de la vera de tu cocsis de los que zarpan al amanecer, de un continente recien descubierto cuando hincas tus rodillas, del listín de telefonos escritos en tu frente, del desnucamiento de hemisferios cuando giras tu cabeza, del cartelito de abierto las 24 horas de tus piernas -porque cuando te follo siempre creo que me vas a asesinar quizá porqué cuando hacemos el amor siempre pienso que te voy a matar y hay un momento en que estoy convencido de que vamos a morir los dos.

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