sábado, noviembre 25, 2006

Salibaciones perrunas.

En plena pubertad cuando las vibraciónes del motor me hacían entrar en erección en el autobús me ponía a pensar en David Robinson. A mi la imagen de este jugador de baloncesto de la NBA me parecía la de un ser perfecto y aséptico que hacía despistar mis pensamientos sobre hembras hasta conseguir aplacar mi líbido.
Nada sabía entonces de los perros de Paulov o de como un estímulo neutro (en este caso David Robinson) al asociarse a un estímulo no condicionado (mi erección) desarrollaba un tercer estímulo condicionado a base de tiempo y repeticiones hasta conseguir que, sin ningún atisbo de homosexualidad manifiesto, empalme de forma notable cada vez que veo a un negro alto en pantalón corto por la calle.

2 comentarios:

Ale dijo...

Ese es el primer atisbo de manifestación dear

Imposivle dijo...

pues ojalá sea el último, my peach