domingo, marzo 11, 2012

Indecibilidad a la hora de chutar un penalti.

En medio del furor del estadio el jugador que va a chutar mira fijamente a los ojos del portero para intentar escrutar su intención. Este le devuelve en un instante una mirada de reojo hacia el lado izquierdo de la portería. El jugador sabe que ese gesto ha sido hecho adrede por el portero para retarle a que chute por ese lado. El jugador también puede comprender que el portero sabe que él puede decidir chutar hacia el otro lado y entonces él se tirará hacia el lado contrario del que ha indicado. Pero como el jugador también sabe que es muy posible que el portero prevea que él piense que se va a tirar hacia el otro lado y, por tanto, se tire finalmente de nuevo hacia el lado izquierdo deberá entonces chutar hacia la derecha. Al mismo tiempo el jugador también puede llegar a la conclusión de que el portero pueda otra vez sospechar que él sepa que sabe que va a llegar a la conclusión de que se vaya a tirar hacia la izquierda y decida entonces tirarse de nuevo hacia el lado derecho. Con lo que llegado a ese punto el jugador piensa que si el portero sabe que él sabe que el portero sabe que el jugador sabe que va a tirarse hacia la derecha, entonces, decida de ese modo elegir el lado contrario a pesar de que el jugador empiece a sospechar que ha podido quedar atrapado en un estado de indecibilidad sostenida y se encuentre ya inmerso en un abismo de tiempo en que ningún penalti es lanzado y jugador y portero quedan eternamente suspendidos en sus sospechas mutuas para escudriñar la decisión del otro que ya jamás llegará a suceder en este tiempo aunque en otros las gradas estén ya cantando el gol o lamentándose por la parada del portero o porqué la pelota ha dado en el poste y ha salido fuera o ya el estadio está vacío o jamás se jugó ese partido y tan solo el frío de la noche acapara otro instante en silencio de todo aquello que no fue.



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