domingo, agosto 27, 2006

Parpadear tiempo.

Abres los ojos. Estás en el jardín de infancia llorando debajo de una mesa en tu primer día de guardería. Sin poder entender porqué tu madre y tu tía te han dejado solo en ese lugar lleno de otros niños que no conoces. Pestañeas.
Tienes vinti-tantos años y estás en medio de un trabajo cualquiera rodeado de otros niños que también fueron abandonados y también se han he3cho mayores.
Pestañeas.
Eres un anciano meciendose en su balancía con o sin una vida que haya valido la pena a sus espaldas. No has perdido la capacidad de llorar.
Pestañeas.
Eres un cuerpo inerte (putrefacto) yaciendo en una tumba o en el mejor de los casos polvo intergaláctico esparciendose a merced de los vientos.
Pestañeas.
Estás enfrente de un espejo intentando ver ese efimero bagar de la vejez a la niñez, de ahí al polvo de estrellas pasando fugazmente por este presente en que, paradójicamente, cada hora de tu horario laboral parece hacerse eterna.
Pero, pestañeas.

No hay comentarios.: