viernes, octubre 10, 2008

Krölp.

En la región de Krölp no tenían ninguna palabra que significara No. Sus habitantes no conocían el concepto de negatividad por lo que se trataba de un pueblo bastante optimista y siempre predispusto a todo. Se hacían favores unos a otros y siempre se animaban mutuamente. Las respuestas a cualquier petición resultaban siempre afirmativas y si alguna vez la persona que respondía hubiera querido responder lo contrario, en realidad, no hubiera sabido como hacerlo pues no poseía el concepto de la palabra No, con lo que a veces declinaban las consultas en términos más difusos tales que "voy a hacer todo lo que pueda para estudiar esta pregunta", "intentaré en un futuro resolver con mayor rigor tus dudas" o "nada me gustaría más que complacer tu ruego con lo que ya veremos". Estás formulas postergadoras del ofrecimiento claro de una respuesta no eransinó meras fórmulas de cortesía que no hacían más que posponer la auténtica respuesta afirmativa que no tardaba en darse a poco que el consultante insistiera lo más mínimo.
Así era pues que culquier referéndum que se realizara democráticamente daba como vencedor en abrumadora mayoría al Sí. Más teniendo en cuenta que las otras opciones no eran sinó expresiones vagas como puede, tal vez, quizas, ojalá que en realidad no hacían referencia a nada. Así mismo, consultas de caractes más íntimo como peticiones de noviazgo o prerogativás más triviales sobre escarceos amorosos también eran siempre rapidamente ratificadas de manera pertinente.
La ciencia en Krölp era un cúmulo de certezas. Cualquier duda metafísica o planteamiento de hipótesis se reafirmaba de manera tajante por el mero hecho de haber sido planteado. Esto daba, a veces, paradigmas opuestos que sin embargo sabían coexistir debido al carácter relativista y a la predisposición a la utopía de la comunidad científica de Krölp. De este modo cuando surgió la duda de si el Sol giraba alrededor de la Tierra evidentemente los astronomos no tardaron en asegurar que efectivamente así era. Para, siglos después, al formularse la interpelación contraria afirmar, sin ningún tipo de pudor, lo diatralmente opuesto o sea que en verdad era la Tierra que giraba alrededor del Sol. Pero sin llegar a desmentir el precepto antiguo sinó más bien incorporando estás nuevas definiciones a las anteriores. Con lo que se solía aceptar vulgarmente que el Sol era un astro que giraba alrededor de la Tierra la cual, a su vez, daba vueltas alrededor del Sol y así sucesivamente.
La propiedad privada tampoco existía como tal en Krölp por lo que su estatus político podía asemejarse, sin serlo, a un regimen comunista. Lo que sucedía, en realidad, es que ante cualquier petición para que alguien pudiera hacer uso de objetos de uno, todo se solventaba de manera afirmativa entre parabienes de exquisitos modos. Tal era así que si alguien te paraba por la calle para preguntarte si tenías un cigarrillo no tenías más remedio que ofrecerselo aun y a pesar de no llevar encima e incluso de no ser fumador con lo que debías ir a comprar un tabaco para satisfacer la demanda correctamente. Del mismo modo, si a uno un amigo le pedía el auto porque tenia el suyo en el taller no había otra que cederlo y sucedía lo mismo con el taladro, las grabaciones de peliculas, los libros, las joyas, el dinero. Luego, a la hora de las devoluciones te solías encontrar que el objeto en cuestión ya había sido prestado a otra persona que lo había demandado posteriormente con lo que se entraba en una dinámica de prestamos y peticiones de prestamo en que ya casi nadie sabia a quien pertenecía cada cosa y se iban cediendo todo de unos a otros sin esperanza de recuperar nada. El trabajo individual tampoco existía y más bien se organizaba todo desde un trabajo comun a todos que había que desempeñar. La escala piramidal no se sostenía ya que los quehaceres se desarrollaban a la par que alguien contratara a otro para desempeñar una labor, trato al cual el otro siempre aceptaba a pesar de condiciones pésimas, de emolumentos deficitarios y de la propia incapacidad para desarrollar dicho trabajo. Y, no obstante, al no existir clausulas que negaran tal posibilidad no tardaría en romper el contrato o, en su defecto, en subcontratar a alguien para que desempeñara tal ocupación. De este modo, todos podían ser jefes y asalariados a la vez, todos mandaban y obedecían al mismo tiempo. Y todo el mundo hacía todo, que bien pudiera decir que nadie hacía nada.
En Krölp era muy fácil casarse pues todas y todos daban siempre el sí quiero. En Krölp los que se dedicaban a vender enciclopedias conseguían siempre su proposito y en todas las casas había extensas bibliotecas repletas de tomos varias veces repetidos de multiples enciclopedias. Los jovenes de Krölp todos se drogaban porqué no sabían decir que no a las drogas. Y en las zonas urbanas por todas las calles se podía circular en cualquier sentido pues no existían lugares por los que no se pudiera pasar, ni prohibiciones expresas. Las encuestas a pie de calle eran rapidamente ejecutadas ya que todo los transehuntes que eran aprestados a responderlas se mostraban solicitos siempre a tal petición aunque llegaran tarde al trabajo o no tuvieran ganas. En Krölp no existía el rechazo, ni el desamor. Quizas tampoco el amor verdadero sinó una especie de resignación compartida al hecho de tener que estar juntos porqué sí. A la gente de Krölp si les preguntabas si eran felices te decían que sí, aunque jamás sabrías si lo decían porque realmente lo eran o porque desconocían la existencia de la particula negativa llamada No.

2 comentarios:

Solà-Garcia dijo...

Divertit, original, però pel meu gust manca una mica més de catarsi. Salut, mamífer.

Anónimo dijo...

joooder, ya era hora... ganas tenía de leerte algo nuevo.

mmmm... en esa región los hipocondríacos estarían todos diagnosticados con su enfermedad imaginaria.
y tú encajarías fatal.

:)