martes, diciembre 28, 2010

*EL DESIERTO

A unos trescientos o cuatrocientos metros de la Pirámide me
incliné, tomé un puñado de arena, lo dejé caer silenciosamente un
poco más lejos y dije en voz baja: Estoy modificando el Sahara. El
hecho era mínimo, pero las no ingeniosas palabras eran exactas y
pensé que había sido necesaria toda mi vida para que yo pudiera
decirlas. La memoria de aquel momento es una de las más
significativas de mi estadía en Egipto.

Borges

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