domingo, diciembre 18, 2011

Los Blablablás.

Los blablablás están por todas partes acechándote cada día con su terco blablablá de frases consabidas, argumentos trillados y preguntas retóricas que se contestan solas en el mejor de los casos.
Los blablablás recurren a los tópicos del día a día para entablar conversaciones que en realidad tan solo son monólogos de su silencio parafraseado. Y así el blablablá cuanto te encuentre en una fiesta te contará chistes ancestrales como antídoto de la risa o si te lo cruzas en el ascensor te ofrecerá el parte metereológico de hoy y mañana. Pues el cielo del blablablá está lleno de isobaras.
Y es que a los blablablás te los puedes encontrar en cualquier lugar y evento cotidiano y en seguida empiezan con su blablablá a desmenuzar la actualidad como si las anécdotas del presente fueran reflejo de algo eterno . Así el blablablá utilizará para ello frases manidas que repite como un mantra a través de los medios de comunicación de masas o de forma consuetudinaria. Y cabe destacar que el blablablá cree que esas frases las ha inventado él y es por eso que las repite constantemente a todas y cada una de las personas a las que se va encontrando e, incluso, te las volverá a reiterar de nuevo como si jamás te las hubiera dicho nunca si te lo vuelves a encontrar de nuevo otra vez.
Porqué los blablablás te asaltan en cualquier lugar con cordiales argumentos tras los que se oculta un discurso interminable de cosas que no quieres saber y te las cuentan, de preguntas que no quieres responder y te las hacen, de historias que no quieres oír y te las dicen. Así son los blablablá, perseverantes en su misión de propagar una realidad discursiva basada en nada. Y es que el blablablá si no habla se ahoga y no puede respirar. Y de este modo, comentandote el partido de ayer, el último chisme que ha oído, alguna noticia sobre política o cualquier burda broma que les venga a la cabeza los blablablá están salvando su vida de la apnea de pensar. Un blablablá callado es un blablablá muerto y ellos lo saben y por eso se les ilumina el rostro cuando te encuentran en cualquier lugar indefenso ante su ataque dialéctico de palabras vacías que se concatenan las unas con las otras cubriendo temas y motivos de la nada unos tras otros en su sempiterno, recurrente e incesante blablablá. Así son los blablablá.

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