lunes, enero 01, 2007

Mis cosas (inventario inventado).

Mi foniatra diciendo que me calle, mi vecino que se muda a mis antipodas, mi partener en búsqueda y captura, mi familia como un puzzle al que le sobra una pieza, mi endocrino al punto de sal, mi alter ego harto de mi, mi médico de cabecera en post-operatorio, mi mascota entre tus piernas, mi destino en pos de nada, mi vocación en stan by, mi ópera prima lejana, mi siesta durante mis quince minutos de fama, mi actor preferido muerto, mi arrebato con la luna, mi gel de baño olor a mandarina, mi sueño interruptus, mi talismán enmohecido, mi primer recuerdo inolvidable, mi último tren con retraso, mi planeta tierra en venta, mi ojo de aguja de punto de sutura, mi ciudad perdida en medio de la nada, mis coordenadas espaciotemporales sin polarizar, mi dolor de muelas del dia del juicio final, mi turno en la cola del pan, mi bis a bis con el oculista, mi reflejo en el espejo, mi edad prevaricada, mi nombre escrito en mármol, mi dilatación de pupila al verte, mi bilis en punto de ebullición, mi perfil bueno en las fotos, mi versión de los hechos mal contada, mis andares por la vida de puntillas, mis enemigos acerrimos conchabados, mi estatua conmemoratoria cerrada por derribo, mi Sindrome de Estocolmo con la soledad, mi inmunidad diplomática en el baño, mi ojito derecho a la virulé, mi pareja de squash en paradero desconocido, mi pasta de dientes blanqueadora anti-besos, mi cirrosis hepática de corazón.

El famoso escritor y filósofo Magnus Miller dedico toda su vida a luchar contra la utilización del pronombre posesivo mi. Solo permitía una eccepción: mi muerte. Esa era la única circumstancia en que podías llegar a poseer realmente una cosa.

3 comentarios:

Ale dijo...

mi alevosía sin descaro

Grace en el País de Las Maravillas dijo...

Rousseau decía que la muerte (propia) no era algo que le preocupara porque cuando él estaba ella no y cuando ella era él ya no era...Bueno él lo explicaba mucho mejor.
Aunque no sé si conviene hacer mucho caso de Rousseau porque pese a dedicar mucho tiempo a investigar y escribir sobre la infancia y la educación del niño, abandonó a su hijo en un horfanato.

Imposivle dijo...

pues eso, rousseaunismo puro a la inversa. Porque la propia muerte es lo único que no nos podrá ser arrebatado, en este caso por la muerte misma. O algo así.