domingo, febrero 04, 2007

Prospecto para una cita a ciegas.

Procure no llevar flores por si ella fuera alérgica al polen, a eccepción, claro está, de la inevitable flor en la solapa. En todo caso, es preferible que esta sea de plástico porqué, a parte de evitar sintomatología con posibles alergias, también evitará que, en el caso de que la espera se alargue ostensiblemente, la flor pueda marchitarse en su solapa.
Y, sin embargo, la mejor opción entre las tres posibles para llegar a una cita ciegas es hacerlo antes. La puntualidad exacta no conviene por meticulosa y antinatural, llegar tarde es arriesgarse a no saber nunca si la otra persona se presentó, llegar antes asegura controlar lo sucedido, también el tiempo y la ubicuidad espacial, o, dicho de otra forma un tanto más ostentosa: el continuum espacio temporal.
Así, lo primero que ha de hacer al llegar a la cita a ciegas, que se supone se puede desarrollar en un lugar público tal que un café o un bar, es elegir una mesa en el fondo de la sala pero que ofrezca un recorrido directo desde la entrada. Hállela asiendo los respaldos de las sillas o guiandose con su pie haciendo tope en las patas de las mismas hasta llegar al fondo. Entonces, palpe la pared y sientese -no sin antes cercionarse que lo hace en una silla vacía- de espaldas a la propia pared y de cara a la puerta de entrada, que, en caso de duda normalmente será el lugar por donde entra la corriente de aire y en el que se oye abrir y cerrar la puerta además del posible tilín de unas campanitas admonitorias.
Llegados a este punto, levante un brazo como si quisiera parar un taxi en un día de lluvia y espere con el brazo levantado a oir una voz que se diriga a usted en terminos de ¿que desea? o multitud de sinónimos varios. Encargue un café o le que le apetezca y, luego, muy educadamente, pidale al camarero que haga el favor de dirigirla hacia aquí si aparece una mujer en la puerta con un pañuelo verde anudado en la garganta y los ojos cerrados.

2 comentarios:

Imposivle dijo...

te puedes guiar por el olor a azufre

Pamela Bram dijo...

creo que esperaré
para volver y leer nuevamente la historia...