martes, abril 03, 2007

Tortilla de dos huevos.

La hembra fraudulenta llamada XX gasta siempre huevos XL en su cocina. Abre las tapas siempre de cartón o cartón-piedra y elige siempre que puede huevos morenos. A la hembra XX le hubiera gustado poder criar un avestruz que le pusiera huevos descomunales y guarda siempre las tapas de cartón o cartón-piedra para mezclar témperas con las que dibuja hermosos cuadros de jabalíes fornicando.
A veces, le compra huevos a una señora campesina que tiene gallinas y se los trae en bolsas de plástico. Esos huevos son la maravilla y supernaturales hasta el extremo que en su cáscara aun hay restos de caca gallinacea, elemento que ensalza la pureza del huevos. Bien lo sabe ella ya que sus gallinas murieron atacadas por perros y ahora compra huevos en el supermercado y les pega caquita de su pato Emilio que sobrevivió al ataque perruno untada con pegamín.
La hembra fraudulenta XX elige siempre que puede dos huevos morenos para hacer la tortilla. Los sopesa. Los manosea apenás levemente con al algo de asco y de ansia y con bastante rigor científico. Pero los soba con dulzura y de entre los dos elige su preferido, el que le resulta predilecto y lo rompe con toda su furia XX contra el duro canto del marmol de la repisa de la cocina. El huevo se quiebra como si estuviera naciendo de él un Diplodocus y la mujer hembra vierte su contenido gelatinoso y pingue en el plato. Así cuando la mujer hembra fraudulenta XX ha posado sobre ese plato los dos huevos con sus claras y yemas respectivas, los huevos semejan ser dos ojos que la miran absortos o dos tetas blancas con su pezón naranja. Dos fetos no natos del embrión crudo de bípedo plume. Y tenedor en mano, la hembra tortillera bate dos huevos en la cocina y un pequeño torbellino en miniatura convierte en papilla lo que podría haber sido un hermoso pollito. Pio, pio.

1 comentario:

Imposivle dijo...

vale, quedan saludadas todas las madres y a la vez ninguna desde: ¡ahora! Hasta...ya para siempre.