sábado, diciembre 26, 2009

De gemelos separados en el parto.

Dos hermanos gemelos fueron separados en el parto. Crecieron sin conocer la existencia el uno del otro. Pero, a veces, se veían inmersos en extraños fenómenos sensoriales. Pues, a pesar de la distancia que les separaba, cuando uno lloraba el otro se sentía triste sin motivo y cuando uno de los dos reía se sentía feliz el otro sin más. Debido a ello empezaron a sospechar -cada uno por su parte- de la posible existencia del otro hermano como posible fenómeno explicativo de sus síntomas. Así que interrogaron a familiares, indagaron en la burocracia de hospitales y orfanatos y, en definitiva, investigaron sus propios orígenes hasta dar, casi al unísono, el uno con el otro.
Quedaron un miércoles por la tarde para conocerse en persona en una cafetería del centro de una gran ciudad. Al verse fue como mirar un espejo, eran idénticos y apenas se les podía diferenciar por su vestimenta y su peinado. Se acercaron el uno al otro con parsimoniosa emoción y se abrazaron. Y uno se sintió muy feliz por no saberse único y no saberse solo en la vida por lo que lloró de alegría. El otro, en cambio, se sintió triste por saberse duplicado y no ser único en el mundo. Y es por eso que lloró de tristeza.
Luego, ninguno de los dos sabía si era el que se alegraba o el que se entristecía o si, en realidad, había sentido el sentimiento del otro. En todo caso, saberse único o saberse solo son polos de una misma cosa. Por lo que es lógico pensar que ambas lágrimas pudieran ser una mezcla a partes iguales de felicidad y tristeza como a veces en la vida sucede.

1 comentario:

Anónimo dijo...

eso debe ser la media ponderada de emociones y creo que se da entre todos los seres vivos, porque todos, de alguna manera venimos del mismo sitio.
he dicho.