martes, abril 12, 2005

Vidas paralelas tienden a infinito sin juntarse jamás.

Nuestras vidas separadas por la barra de "Próximo cliente" en la cinta mecánica de la caja del supermercado, pedaleando paralelamente hacia ningún lugar en la bicicleta estática del gimnasio, nuestros ascensores se cruzan a la altura del entresuelo y en aquel paso cebra que nos dedujo, a ti semáforo en rojo, a mi peatón en verde y viceversa, ahí también te amé. Cuando yo elejía mar, tu elegías montaña, si tu alargabas la noche, yo tenía que madrugar, si contemplabas el cielo, yo encontraba una moneda en el suelo, si yo miraba el horizonte, tu te ponías a estornudar. Si yo me hubiera hecho minero, tu te habrías convertido en astronauta. Separados por una coma en la lista de espera del dentista, caminando en paralelo hacía ningún lugar en la cinta mecánica del gimnasio, nuestros trenes se cruzan a gran velocidad a la altura de una estación sin parada y también te amé en ese reflejo borroso que rozó el cristal.

2 comentarios:

Unknown dijo...

algún día, siempre, la lechuga saltará rodando el límite del "próximo cliente". el dueño del gimnasio, en una remodelación enfrentará las estáticas y las cintas. los suelos serán de hormigón transparente. los semáforos dejarán de imitar a los pájaros. se visitará lastres. habrá un abrazo a aquella hora en que se mezclan borrachos y madrugadores. las monedas reflejarán el cielo. el horizonte estornudará. se explotarán las minas de marte. en las salas de esperas de los dentistas se besará la gente. los trenes chocarán y los reflejos se harán más claros.

Imposivle dijo...

arrebatos de optimismo gratuíto, zhenda...a mi a veces también me sucede. Ejemplo: que todos vamos a fundirnos en un caluroso abrazo cuando la tierra sea derritida engullida por el Sol.